#canwerestart2020?
Ayer empezaba un post en mi muro con este hashtag. No puedo sentirlo más y de manera más profunda, porque menudo comienzo de año… aunque no tenga nada que ver con la música, el año empieza con la trágica muerte de Kobe Bryant, su hija Gigi y siete personas más en un accidente de helicóptero y, todavía aterrizando a la realidad después de ese golpe, a la hora de comer, llegan las noticias del también inesperado fallecimiento de otro tipo excepcional, Andrew Weatherall. Espero que miss Jones aguante hasta bien pasado su Meltdown este verano próximo (aunque creo que Beverly Grace a buen seguro va a enterrar a unos cuantos gracias a su inmortalidad).
Durante estas horas se han vertido torrentes de obituarios, pocos con acierto y muchos con lo sobado, lo típico. Y Weatherall se merece algo que se aleje de eso, de lo previsible, de lo rancio, porque él siempre fue un ser que se alejaba de lo convencional, que buscaba nuevos caminos a recorrer. Ayer en mi primera reacción las palabras que me vinieron a la mente fueron las de “Investigador, excavador, innovador y pionero, maestro del buen gusto y uno de los mejores remezcladores de la historia de la música.” A todos se les llena la boca hoy con su trabajo en Screamadelica. Sí, eso es algo innegable, quizás fue el mayor culpable de encarrilar hacia el éxito la carrera de Gillespie y compañía, algo perdidos en aquellos días tras haber abandonado el pop cristalino de sus primeras grabaciones arrulladas por las olas del C86 británico. Pero siempre ha habido mucho más, e incluso mejor.
Personalmente, se ha ido una parte de la banda sonora de mi vida. Alguien con quien siempre me he sentido tremendamente identificado por su habilidad para tocar palos de muy diverso pelaje sin miedo al qué dirán. Alguien con quien he transitado en mi viaje de continua transformación musical a través de los años, con quien iba moviéndome de aquellos momentos pop del C86 hacia los sonidos del house, del acid, del balearic y del nacimiento y establecimiento de la música electrónica y de baile tal y como hoy la conocemos.
Los recuerdos del inicio de todo aquello son imborrables. Terry Farley quería empezar a hacer un fanzine, y le pregunta a uno de los tipos más inteligentes que conocía si le apetecía ayudarle. El tipo era un tal Andrew, que había nacido en Windsor, un lugar algo más cerca de Londres y algo más pijo que Slough, de donde era Terry. Aquella crítica y visionaria publicación, de la cual tuve la suerte de tener en los manos algunos de sus números durante su existencia desde el año 1986 hasta el 92, se llamaba Boy´s Own. El título era una coña a un libro muy típicamente británico y rancio sobre las costumbres de los “chicos”. Aparte de Terry Farley y Andrew Weatherall, en el quilombo editorial había otros nombres como los de Cymon Eckel, Steve Mayes, un tal Pete Heller, y al año siguiente un tipo que curraba para una multinacional y que había flipado con lo que pasaba en un sitio llamado Ibiza se unía al grupo como colaborador… Paul Oakenfold era este último, que les pidió que su nombre real no apareciera en sus escritos en el fanzine para así poder aberrar libremente y que su trabajo en la multi no se viera comprometido. Porque claro, a estas alturas, todos tenían que buscarse las habichuelas en otros sitios, el mismo Andrew se ganaba el sueldo (por ejemplo) en una tienda de ropa de caballeros en su Windsor natal después de que en su casa le hubieran dicho que se buscara la vida cuando cumplió los dieciocho.
Este colectivo ha legado nombres y acciones inolvidables a la historia de la música moderna. El siguiente paso a poner en la calle el fanzine fue, nada más y nada menos que un sello discográfico. Y que sello. Farley cuenta que un día Andrew llegó a la base de operaciones con una cinta de “un par de chavales de Manchester que le parecían muy interesantes…” Se llamaban The Dust Brothers, nombre que por motivos de coincidencia con una banda americana no pudieron utilizar, y luego se pasaron a llamar The Chemical Brothers. Y luego llegaron las primeras grabaciones de Lemon Interrupt, más conocidos como antes y después de eso como Underworld. Y… muchas más. Junior Boy´s Own ha sido un sello vital para la música británica de algunas décadas.
Mientras tanto, un día Andrew estaba pinchando en una fiesta que tenía lugar en una casa y un tal Danny Rampling quedó tan maravillado con como lo hacía que al poco tiempo estaba como residente en el templo más importante del acid house en Londres, Shoom. Todavía no habíamos cerrado la década de los ochenta y Andrew estaba en casi todos los sitios donde se cocía algo interesante. Lo de Shoom fue el comienzo de una larga estancia en las cabinas de infinidades de clubs y festivales que tan sólo las complicaciones de una maldita embolia pulmonar ha conseguido parar. Como bien dijo hace poco, pinchar es como una adicción vampírica para él, algo que incluso bien entrados los cincuenta necesitaba seguir haciendo. Nunca quiso ser un nombre de esos de tremendo relumbrón ni sentirse agobiado por las presiones de la vida del dj superstar. Muchos dicen que incluso en esa faceta no era nada del otro mundo, pero, servidor ha de reconocer que ha tenido la suerte de ver pinchar a mucha gente (y la que espero que me quede), y una de las sesiones que siempre han estado y estarán en mi top 10 particular fue una que se jodió este señor en el FIB del año 2000, con la luz del día ya penetrando en nuestras (también) vampíricas pupilas. Inolvidable.
Hubo un momento, después de la edición del Screamadelica, que Weatherall pudo haberse subido al tren de los dj superstars, al nivel del Oakenfold de aquellos días o de Sasha o Pete Tong. Tuvo las ofertas pero en vez de elegir el camino fácil, dejó todo ese brillo de lado y formó Sabres of Paradise.
Antes de que acabara esa década de los ochenta, Weatherall comienza a sucumbir a otro de sus grandes amores, el estudio… Oaky, su antiguo compañero fanzinero, le invita a hacer el club mix del Hallelujah de los Happy Mondays (en la cara b invita a otro ilustre Boy´s Own, Farley, que hace el Rave On junto a Oakenfold). El disco sale a la venta días antes de que acabe el año 1989 y, siguiendo el éxito de la versión normal, el remix es otro reventón en ventas y suena constantemente en todas las pistas de baile del país, sacudidas por el efecto Madchester. Quizás no fue su primera remezcla, porque, a pesar de que se editó para todo el público en el año 1990, antes de que viera la luz la remezcla de los Mondays, salió como promo una remezcla suya con Terry como Boy´s Own del Abandon de That Petrol Emotion. Pero la que puso en órbita a Weatherall fue la de los de Manchester, tanto fue así que el tercer trabajo fue para New Order y su himno futbolero World in Motion, con dos extraodinarias remezclas de Farley & Weatherall para los de Factory (algo que, como gran fan del sello desde los tiempos de Joy Division, llenó al joven Andrew de alegría y orgullo).
Fue en aquellos días cuando ocurrió el “Screamadelica incident”. Alan McGee, supremo de Creation Records, andaba desesperado porque el segundo álbum de Primal Scream (que es lo peor con diferencia de toda su discografía), no tiraba cara al aire a pesar de todo el esfuerzo y dinero que se puso en ello. A Gillespie se le ocurrió ser el nuevo Jagger y sus ínfulas rockeras le llevaron a pegar el gran resbalón de su carrera, que, quizás, quien sabe, sin la intervención de Weatherall, hubiera podido ser definitivo. Tras un comienzo brillante de pop prístino con temas como Velocity Girl o Gentle Tuesday, Gillespie y compañía deciden ir de duros y la gente no responde, el álbum homónimo llevaba de cabeza a McGee y la gente de Creation. McGee se olía que lo de los éxtasis iba en serio y que los Primal parecían no querer ni acercarse a esa creciente ola que empezaba a arrasar clubs y listas en UK. Un día, hablando con Richard Norris, que por aquellos días empezaba su andadura en The Grid junto a Dave Ball mientras escribía para el NME, le recomienda encarecidamente que hable con Weatherall, que tiene que conocerlo porque él es el tipo que necesita para revertir esa situación. Lo conoce, le manda el disco y Andrew le dice que aparte de dos baladas llamadas You’re Just Too Dark To Care y I’m Losing More Than I’ll Ever Have el resto le importa bien poco. Andrew escribía sólo en Boy´s Own, pero McGee, viendo que por lo menos le interesaban dos temas, mueve hilos con el NME para que Andrew pueda escribir una reseña de la siguiente actuación de los Primal, que tuvo lugar en Exeter. Tras aquel bolo y su posterior reseña, los juntó a todos en una fiesta casera en Brighton, y Andrew Weatherall inmediatamente hizo buenas migas con el Andrew de los Scream, Innes. ¿El resto? Es historia, los dos Andrew se metieron en un estudio en Walthamstow y transformaron I’m Losing More Than I’ll Ever Have en Loaded, previo pago de 500 libras a Weatherall por parte de McGee (como buen escocés, tampoco se estiró mucho, no… y no sabemos si en ese pago también entró el remix de Loaded por parte de Terry Farley J ).
El doce pulgadas salió en febrero del año 1990, tanto la versión normal como la remezcla de Farley. McGee se tuvo que poner muy contento al ver el resultado, ya que fue un cohete en ascensión directa a la parte más alta de las listas nacionales.
Imagino que por el trabajo en Screamadelica McGee soltaría algo más de dinero, al igual que por las remezclas de Come Together, en las que ya se vislumbra claramente de que pie cojea Weatherall, así como también su socio y amigo Terry Farley. Andrew se decanta por un cosmic dub hipnótico y tremendo, que puede encontrar referencias cercanas al trabajo de su buen amigo Alex Paterson en The Orb. Por otra parte, Terry se tira al baile facturando una de las mejores remezclas de la historia de la música reciente.
Pero dejemos de lado lo obvio, lo más conocido. En esos días, Andrew ya se distinguía del resto como parte de esa gente que busca la diferenciación de manera natural y sin esnobismos. Y lo primero que me hace que su nombre ya se quede fijo en mi memoria musical es otro fregado de nombre largo y absurdo llamado Big Hard Excellent Fish, un artefacto con gente como Robin Guthrie y Pete Wylie que facturan un tema que produce y remezcla Weatherall llamado Imperfect List. Soundtrack of my life.
Pero, sinceramente, hay un momento en el que grito alto y claro que Weatherall es Dios. Y ese es el momento en el que escucho por primera vez la remezcla (que más que una remezcla es casi una nueva canción) del Soon de My Bloody Valentine. McGee estaba dispuesto a exprimir la relación de Andrew con Creation, y como el escocés no se cortaba un pelo, le da al de Windsor su grupo más noise y complicado y Andrew nos deja un trabajo del cual siempre ha estado muy orgulloso. Samples de una banda funk de los setenta (Funky Music is the Thing, de Dynamic Corvettes) junto con otros del Alarm Clock del alemán WestBam fusionados con las guitarras de Kevin Shields y compañía para conformar 7 minutos y 36 segundos de hipnótico aquelarre sónico. La confirmación absoluta de la deidad del de Windsor llega en el verano del año 1990 cuando aterriza en mis manos una copia de un doce pulgadas de un grupito nuevo llamado Saint Etienne con una versión del Only Love Can Break Your Heart de Neil Young trabajado para las pistas de baile por parte de Weatherall. En esta “mezcla de dos mitades” (A Mix of Two Halves) Andrew incluye otro de sus grandes amores, el dub, con una línea de bajo absolutamente infecciosa que completa otra de las remezclas más notables de la historia reciente.
En ese año 1990, también destacar la que hace a su amigo Richard Norris con el primer single de su nueva banda The Grid (Floatation, pura seda musical pulida por Andrew), el Come Home de James y otra incursión en el dub con la remezcla del Bomba de Jah Wobble. Todo esto apenas en doce meses. Casi nada.
A través de los años, la lista de nombres ilustres que ha remezclado es simplemente impresionante e inacabable… The Orb, Hypnotone, S´Xpress, Fini Tribe, Galliano, Yello, Papua New Guinea, Leftfield & Lydon, Stereo MC´s, Björk, Renegade Soundwave, Chemical Brothers, Death in Vegas, Howie B, Spiritualized, Electronic, Slam, Ricardo Villalobos, X-Press2, Doves, Manic Street Preachers, Cut/Copy, Trentemoller, Grinderman, Madness, Moby, David Holmes… y unos cuantos más. Y hay también una lista de rechazos… uno de los más sonados fue el ocurrido cuando declinó remezclar temas para el Achtung Baby de U2. Por mucho que Bono le intentó comer la oreja una noche en un club (The Kitchen, donde Andrew estaba pinchando) diciéndole lo mucho que le gustaba su remezcla del Soon de MBV, Weatherall nunca se dejó deslumbrar por nadie, y siempre tuvo claro que había líneas que no le apetecía cruzar en ningún caso. Libertad artística siempre.
Como productor puro y duro, la lista es casi igual de larga que la de sus remezclas. Aparte del trabajo en el Screamadelica de Primal Scream, hay otro gran trabajo (aunque mucho menos conocido), de aquellos primeros días, y ese no es otro que el realizado con aquel grupo escocés de efímera existencia llamado One Dove, cuyo álbum Morning Dove White ha logrado alcanzar un estatus de culto que pocos podrían imaginar en el momento de su lanzamiento. Un trabajo fino y elegante, como el que también hizo con las mezclas del Trailer Park de Beth Orton en el año 1996.
Como no podía ser de otra manera, aquí no acaba la larga enumeración de sus trabajos. Como ha reconocido en algunas de sus entrevistas, ejerció de vocalista en algún grupillo sin mayor desarrollo en la primera mitad de los ochenta. Pero la primera aventura de la que forma parte y llega a tener publicación y repercusión fue Bocca Juniors, combo formado junto a sus colegas de Boy´s Own Farley, Heller y Hugo Nicolson, con la voz de Anna Haigh. Un par de bailables maxis en el año 1990 y 1991 son el trabajo de Bocca Juniors, muy en la línea de todo lo que se hacía en aquellos días, muy cercanos al balearic y a Madchester. La siguiente en el tiempo fue bastante más sonada y reconocida. Junto a Gary Burns y Jagz Kooner formó Sabres of Paradise, banda que nos legó tres álbumes de densa y compleja variedad, que fueron desde el techno hasta el electro pasando por el dub y el ambient. Sabresonic, Haunted Dancehall y Sabresonic II llegaron al público desde el año 1993 hasta 1995, confirmando la madurez de Weatherall en el estudio, y abriendo su colaboración con Warp Records. Otros tres incunables de la historia musical reciente.
Su siguiente proyecto fue Two Lone Swordmen, junto al ingeniero de sonido Keith Tenniswood, que llevó el trabajo de Weatherall a terrenos mucho más experimentales, y que legó siete grabaciones de larga duración en la que se pudieron escuchar sonidos de todo tipo, que comenzaron en la electrónica experimental para acabar en terrenos tan diversos como el dub o el rock y el rockabilly.
En los últimos años, ya en solitario, Andrew Weatherall ha dejado como legado trabajos de gran altura, con una madurez notable. En una línea más orgánica, pero sin abandonar la electrónica, con guiños constantes a sus grandes amores, krautrock, dub y música industrial (la portada de su último disco, Qualia, es un homenaje directo a un incunable del krautrock, el Tarot de Walter Wegmuller). A Pox on the Pioneers, de 2009, Consolamentum y Convenanza en 2016 y el anteriormente citado Qualia de 2017 son los discos que cierran su discografía. También son reseñables los dos trabajos que grabó como The Asphodells junto al productor Tim Fairplay, en una línea más bailable con destellos house, disco e incluso funk, poco conocidos pero tremendamente recomendables; Ruled by Passion, Destroyed by Lust y Remixed llegaron en los años 2012 y 2013.
A lo largo de su vida, Weatherall también fue promotor de clubs y eventos; por citar un par de sus últimas aventuras, desde 2009 andaba liado con A Love From Outer Space, sesiones que ejecutaba con Sean Johnston como una residencia semanal en Londres para aforos reducidos (en sus inicios) y siempre con un límite musical, los 122 bpm. Tanto gustó que se prolongó durante una década y llegó a ser requerida incluso en festivales a lo largo de Europa. Hablando de festivales, ha dejado huérfano al Convenanza Festival, que ya llevaba unas cuantas ediciones en el castillo de Carcassone en Francia, y que, para su edición en septiembre de este año 2020, ya tenía las entradas agotadísimas. Por desgracia, este año “the guv” no podrá estar como cada siempre desde sus inicios.
Las redes han sido un reguero incesante de reacciones por parte de muchos músicos y bandas, y el dolor es palpable, con una palabra que se repite tan a menudo… y esa palabra es amigo. Uno de ellos siempre ha sido el doctor Alex Patterson, alma mater de The Orb. Uno de los que se habían quedado sin palabras al conocer su repentino fallecimiento. Una última anécdota. Weatherall y Patterson vivieron durante una temporada como vecinos en un bloque de pisos de Battersea, Londres. Un día, Andrew estaba preparándose para pinchar en el Tribal Gathering del año 1997, con Kraftwerk como cabeza de cartel, que volvían a pisar UK tras cinco años de ausencia. Andrew se acercó al piso de Alex para fumar algo (seguramente un cigarrillo perfumado) y de repente se encuentra a dos miembros de Kraftwerk en la cocina del dr. Patterson. No cuenta Weatherall quienes eran, pero sí que “lo último que uno espera encontrarse en un piso del ayuntamiento es a dos miembros de la banda más importante e influyente de la historia de la música…” “si alguna vez le preguntan a esos miembros de Kraftwerk si conocen a Weatherall seguramente dirán que sí, pero que estuvo muy calladito… no suelo quedarme impactado con gente famosa, pero esto fue diferente”
Callado se ha quedado el mundo de la música, especialmente la electrónica. Como he leído a un fan (si no recuerdo mal), nos han robado de golpe alguna década que otra de genial música, de creaciones valientes, de innovación e investigación. Pero por lo menos, nos queda un enorme legado.
Gracias por todo eso, Andrew. Ya eras leyenda, ahora eres eterno.
Andrew James Weatherall
(6 Abril 1963, Windsor, Inglaterra – 17 Febrero 2020, Londres, Inglaterra)
Texto: Fac51