Crítica del álbum ‘Honey’ de Robyn (por Fac Fiftyone)

Crítica del álbum 'Honey' de Robyn (por Fac Fiftyone) Robyn Honey Album cover

Me gustan las y los artistas que hacen girar su carrera, sin tener en cuenta el éxito obtenido al principio de las mismas. La gente que, en un momento dado, y sin duda por el descontento provocado por la manipulación de las tenebrosas fuerzas de la industria discográfica, y/o por la curiosidad de explorar nuevas vías, explora nuevos caminos. Los que de repente, nos sorprenden con uniones artísticas con gente que podríamos pensar distantes a sus premisas iniciales. Por tanto, me gusta Robyn en su versión del siglo 21.

Robin Miriam Carlsson, esta sueca de 39 años, ha parido su obra cumbre hasta el momento. El parto ha sido largo y laborioso, ocho años sólo interrumpidos por ese mini álbum llamado “Do it again” que hizo junto a sus amigos noruegos, unos tales Röyksopp (nos sonarán de algo, creo), con los que ya había compartido estudio unas cuantas veces para poner voces en los discos del dúo. En esos años ha lidiado con diferentes experiencias personales que la han marcado, como la muerte de su gran amigo el productor Christian Falk o rupturas sentimentales. El período de espera ha merecido la pena.

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‘Honey’ es un disco redondo y completo, capaz de poner de acuerdo a la biblia del gafapastismo musical (Pitchfork) o a los mejores críticos del Reino Unido, como Alex Petridis, o a reputados espacios de electrónica como Resident Advisor. El single de adelanto llegó en agosto, y ‘Missing U’ nos daba una clara idea de hacia dónde iban los tiros, muy en la línea de sus colaboraciones con Röyksopp, cargado de una épica silenciosa que se descargaba conforme iba avanzando el tema. El segundo sencillo, ‘Honey’, es uno de los temas más sensuales que he oído en los últimos tiempos, que recuerda a los mejores espacios de otra superviviente de esto cuyo nombre es Kylie y su apellido Minogue. En este tema se conjuga la ecuación perfecta que cubre todos los bits del álbum: Cómo hacer un tema que tenga cierto tirón comercial y que ello no haga bajar ni un centímetro el listón de su calidad. El disco está producido por el sueco Klas Åhlund y por Joseph Mount, más conocido si hablamos de su grupo, Metronomy, y esa combinación ha sido perfecta para conseguir este buen resultado.

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El resto, es delicia pura. ‘Human being’ es más oscura y densa, para abrir paso a una tremenda ‘Because it´s in the music’ en un tono también íntimo con reminiscencias de aquellos discos que hizo Sakamoto con Sylvian. ‘Baby forgive me’ discurre quizás por el terreno más convencional del álbum, sin caer en ninguna vulgaridad, que casi sirve como intro a otro pedazo de corte, ‘Send to Robyn immediately’, con nada más y nada menos que un sampler del ‘French Kiss’ de Lil´ Louis. A partir de ahí, todo va hacia arriba de manera irremediable. Después del tema que da título al disco, llega ‘Between the lines’, puro house con elegancia a raudales y luego ‘Beach2k20’, que podría ser perfectamente un tema de Dimitri From Paris, Jazzanova o cualquiera de esos finos estilistas que combinaban la electrónica con ritmos tropicales. Cierra el disco ‘Ever again’, otro ejercicio pop de factura impecable, con un bajo infeccioso y reminiscencias muy ochenteras, pero de nuevo sin caer en la horterez de aquellos años.

Esta mujer ha dado con la tecla, y es muy reconfortante. Volvemos a tener algo sin pretensiones celestiales ni mesiánicas, sin mensajes para cambiar el mundo, que resulta tremendamente agradable de oír, incluso de bailar. No puedo dejar de mencionar el tema del artwork y la portada… debe haber sido algo intencionado, me recuerda de una manera vaga al feísmo de las portadas de sus amigos y paisanos los hermanos Karin y Olof Dreijer, más conocidos como The Knife.

Estoy seguro que si Björn, Benny, Agnetha y Anni-Frid tuvieran hoy en día la edad de Robyn, y siguieran teniendo una carrera de éxito, sus trabajos no distarían mucho de este ‘Honey’.

Texto: Fac Fiftyone