Crítica de ‘Despertar’ (Sincopat, 2017) de Piek, por Ion Romay

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Piek

“Despertar”

(Sincopat Recordings, 2017)

Ciudadano del mundo electrónico

Texto: Ion I. Romay

Escuchar el disco de Piek, supone una experiencia y un reto hasta para los oídos más educados porque uno se da cuenta en cada beat, a cada giro vocal, a cada sinte que suena – incluso retumba- cuan cierto resulta aquello de cuanto más aprendo (cambiar por escucho) más me doy cuenta lo poco que se. Colaboraciones que enriquecen el precioso y preciso envoltorio y que su vez se retroalimentan de él; mezcla, macedonia y mixtura de estilos en un álbum que demuestra como la música puede y ha de ser, incatalogable…¿por qué poner fronteras estilísticas? (parece preguntarse el navarro) ; ¿por qué ponerse tan sólo una piel electrónica, si hay tanta riqueza expresiva, tantas posibilidades que cuasi las designaríamos como infinitas?

De diferente con analogías reconocibles se puede catalogar este compendio musical deconstruido a través de una construcción tan firme como sincera. Escuchamos un sampleado de vacas – ¿o serán ovejas?- pastando: se acerca “Intense kiss” tan lenta como inexorablemente y ya casi divisamos un fantástico amanecer en el Valle del Baztan, donde nace y pace Nacho Piek. Poco a poco y mediante una calma armonía, el sonido del campo se va fundiendo con una música que comienza a desperezarse  y nos desvela de manera tan sagaz como auténtica, las intenciones del artista es el primer tema del álbum (y mi cerebro ya anhela más). Y es que el artista en una suerte de intrincados sonidos metafóricos que escapan al sentido más estricto de música electrónica pero que, a su vez, la enarbolan hasta lo más alto, reclama que su disco sea escuchado (intencionalidad), algo que se lleva poco en estos tiempos y por estos parajes. Un beso tan pausado como intenso, tan equilibrado como alocado, tan pensado como improvisado. Es la incongruencia, congruente y veraz de la electrónica sin tapujos. Eso nos propone Piek en los diez cortes de su álbum. Y una vez hemos amanecido, nos hemos quitado nuestros principios y nos hemos desembarazado de todo prejuicio, el artista nos mete ritmo, nos imprime deseo de poner los pies en el suelo (genial el “speech” mascullando eso de que antes se vivía mejor) nos abre los ojos y nos pone los pies en la tierra, que a juzgar por como juega con los estilos musicales, aquí no se esta tan mal. ¿Es la vida sueno o soñamos vivos? Duda que parece plantearnos mediante un discurso musical sin precedentes y con la (auto) crítica y el no dar nada por supuesto como principio básico del mismo (no en vano el disco se llama despertar). Cuestionémonos todo, formémonos una opinión propia basada en lo que nos trasmite (maravilloso y artístico verbo el de trasmitir) una MÚSICA ELECTRÓNICA (sí, con mayúsculas), que mediante la música de baile (mental) nos reta a cada momento a través de una música de salón elegante, palpitante, viva; única. Todo esto lo consigue en temas como “The son with the fathers gun” y “Breathe” mediante vocales que se funden como un instrumento mas para recordarnos que estamos vivos joder y que, la electrónica sosegada pensada, elaborada con mimo y convicción también se merece una “habitación” -con buenas vistas además- en el maltrecho panorama musical patrio, porque supone una bocanada de aire fresco. Contarte “únicamente” que el sonido de Piek sabe a Four Tet, que desprende un delicioso aroma en ocasiones a Apparat en otras incluso a grupos tan desparejados como Morcheeba , Hooverphonic, Goldfrapp… pero si, incluso en el corte I saw you , Hok Hok parece robarle la voz a la inigualable Beth Gibbons!!…llevar a cabo sólo eso en esta reseña no supondría hacer honor a la verdad porque en estos diez tracks se respira, se siente e incluso en ocasiones hasta se padece, mucho mas que eso. Se palpa electrónica experimental para avezados oídos, deseosos y hambrientos de sonidos diferentes que nos resultan cercanos – a la par que en las antípodas del clásico bombo caja y charles – como en Thats me (trippin) . Es mas los últimos cuatro temas – léase ¨Despertar¨, ¨Avalanche¨, ¨Baztan¨ y ¨Sous les étoiles¨ – demuestran cuan cierto es el dicho vísteme despacio que tengo prisa. Y es que mediante capas y capas sonoras va cubriendo al oyente de ropajes sonoros excelsos en los que una contenida – y en ocasiones falsa – calma, invade toda la habitación. Una tranquilidad que nos llena de zozobra espiritual en contraste con la sonrisa que invade nuestra cara al escucharlo y poseerlo para terminar haciéndolo nuestro sin remisión. Porque cada escucha de este genial «Despertar» llevado a cabo en la valenciana Sincopat Recordings, nos brinda una gozosa bofetada a cada beat, a cada segundo. a cada momento de los x minutos que dura este, ya clásico, de la electrónica española.

Nos encontramos más que ante un disco, frente a una experiencia vital. Y es que a casi un mes de dar a luz su álbum, Piek demuestra la buena salud (que contrasta con la poca repercusión que suele tener en los oídos y medios patrios) de la que goza la electrónica española como tal y parece querer estimular a todo el intrínseco y complicado organigrama que teje este oscuro mundo (músicos, productores, creadores, periodistas, festivales, salas, clubs,  críticos, managers, tocapelotas y demás) al grito de !Despertad!

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