Tercera cantante, cuarto disco y unas ganas terribles de combatir el frío con el calorcito de muy buen soul y funk patrio; así se presentaba la noche del viernes en Salamanca. Había ganas y ellos las refrendaron; y es que después del cambio de vocalista un servidor quería comprobar si había evolución o involución.
Desde luego, el mencionado crecimiento comienza ya con el nuevo disco de Freedonia, editado también gracias a un crowdfunding llevado a cabo por la banda. El sonido ‘Freedónico’ se ha caracterizado por un ¨yo me lo guiso, yo me lo como¨ con raíces de soul y funk, pero en su cuarto Lp ‘CONCIENCIA’ buscan una transformación que, en opinión de este junta letras, funciona y supone un salto – mas que acertado- a nuevas aventuras sonoras.
Escudriñan sin pudor en los sonidos más psicodélicos y rockeros de los 70. Con letras que suponen un jarro de agua fría de realidad para la impasible y – a menudo – aletargada sociedad en la que vivimos. Tan necesarias, como dolorosas.
Y es que el lenguaje universal más abierto probablemente sea la música y ahí es donde Freedonia proponen un diálogo músico escuchante que embelesa, seduce e hipnotiza al mismo tiempo.
Luces oscuras, media entrada en una Caem Sala B tan pequeña como bien sonorizada. Con los primeros acordes se va presentando la banda en una suerte de vis a vis instrumental hasta que llega el momento de presentar a la nueva diva del grupo, Deborah Ayo.
Comienzan con ¨Love of liars¨, un tema de medio tempo que va creciendo a medida que se entremezcla la aterciopelada voz de la nueva cantante con el vigoroso cuarteto de viento y rebota en el coro que llevan a cabo, entre otros, un teclado y un bajo que sonríen. Así da gusto.
Sin solución de continuidad suena ¨Conciencia¨ la más reconocible y ¨masticable¨ del nuevo disco; con una estructura más identificable para los neonatos en géneros musicales poco agradecidos en nuestro país, como son el soul o el funk. Tanto es así que la gente se funde durante el coro con la cantante atreviéndose incluso a cantar con ella. Calentando los motores de una sala que a pesar de su media entrada comienza a mostrarse entregada.
Echan más leña al fuego nocturno ¨Claming for sanity¨, ¨Livin On¨- con el saludo y agradecimiento de una exultante Ayo- ¨Drimin´ about you¨ y ¨Facing You¨.
Y es entonces cuando Deborah Ayo y sus dinámicos chicos cierran el ¨tiro¨ de una chimenea que está ya que echa humo para desplegar toda su sabiduría y para mostrar una versatilidad que hará que el público se entregue ya sin condición.
Es con ¨Voices for Hope¨, cuando Deborah demuestra el porqué de su nombramiento como presidenta de la república de Freedonia.
Su voz embelesa cual serpiente de cascabel, con un timbre único y como susurrándote al oído espléndida, generosa e irresistible; Deborah Ayo se mete al público en su bolsillo de seda. Se palpa que estamos ante una canción que marca los latidos de un grupo con alma y con mucho soul en sus venas. Pura idiosincrasia Freedónica.
La banda tiene muchas tablas y eso se nota hasta en el orden de las canciones, llega uno de sus himnos ¨Dignity and Freedom¨. En esta más que lustrosa mesa de esta noche de viernes proponen y disponen, una muestra del ecléctico menú de toda su carrera discográfica ( a la que deseamos larga vida).
La vigorosa, dinámica e irresistible ¨Shake your body¨ hace que el público se acerque aún más al escenario y se ponga a bailar. Fire!
Es increíble comprobar cómo Freedonia controla tanto el soul más pausado e hiriente, el funk más vigoroso y dinámico o el medio tiempo insuflado a través de los pulmones de un cuarteto de viento que brilla con luz propia en todo momento. Cómo saben hacer participes a cada uno de los miembros de la bandaza, sin que se sientan menos que el que tienen al lado. Porque no nos engañemos, el éxito de Freedonia está en la conjunción cuasi perfecta y estratosférica de todos sus componentes. Nadie es imprescindible, todos son necesarios.
Y si todo esto lo hacen mediante una sabiduría y unas tablas que otorgan y demuestran sus 4 discazos y lo expresan y transmiten en un rabioso directo pleno de sentido y lleno de sensibilidad; uno vuelve a creer en la música como lenguaje universal más maravilloso.
Y es que, ¿qué hay más bonito al subir a un escenario que expresarte como te gusta y que no tengas ni que ¨traducirlo¨?
Más allá de géneros y estilos la música es un sentimiento y, en su directo, Freedonia son poesía, de esa que te remueve el alma y te encoge el corazón. De la que atenta al ritmo y al baile tanto mental, como físico.
Viendo – y escuchando- un concierto así uno no es capaz siquiera de fantasear con el placer y la emoción que se debe de sentir ahí arriba transmitiendo tanta pureza, pero sí puede imaginar y decir a piel en grito que estos hacen música con alma. Ellos son verdad.
Texto y fotos: Ion I. Romay