Espectros de la Movida es un estupendo tratado de Víctor Lenore sobre aquella época, y su subtítulo, Por qué odiar los años 80, nos da una pista de cómo va a ir la fiesta. Hay que decir que es un libro multisectorial, ya que disecciona esa década desde variados puntos de vista, haciendo hincapié en el aspecto político y social (algo que se echaba de menos en escritos anteriores), pero siempre ligado de manera muy coherente a la vertiente cultural, lo que se llamó La Movida.
Pero que nadie se alarme. Como hemos dicho, se habla también de cultura, de arte, de cine, de música. Ahí es donde se tocan temas susceptibles de discordia, ya que, como todo el mundo sabe, para gustos se hicieron los colores y los estilos musicales. Es innegable que la disección político-social que hace Lenore de la época es impecable, arremetiendo contra todo lo que ocurrió en aquellos años, desde Felipe y su amor por la banca y como nos engañó a todos con cosas como la OTAN, pasando por los mamoneos de aquella prensa liderada por el monopolio de Jesús del Gran Poder (Polanco) y Prisa, las conexiones del antiguo régimen y sus personajes con todo aquello que pretendía oler a rabiosa actualidad y acabó siendo una posmodernidad de lo más chunga y repelente. Con un excelente hilvanado, Lenore traza las inequívocas conexiones entre la cultura y esos poderes fácticos de aquellos días, de cómo se utilizó aquello que se denominó La Movida para blanquear sepulcros y poner etiquetas de modernidad en productos políticos muy rancios y pasados de fecha. El capítulo dedicado a la visita de Warhol, que en aquellos momentos no pasaba de ser mitad momia mitad petarda, es simplemente memorable, y da una visión tan real de lo que el autor quiere expresar en una gran parte de su libro, aquellos cortesanos que aquí iban de ser lo más grande, rindiendo pleitesía cuales paletos deslumbrados ante ese tipo que ni sentía ni padecía. Gran retrato de lo que fue esa década en su faceta más superficial y estúpida, gran capítulo del cual lo único que pongo en duda es la anécdota de John Peel y Los Chunguitos (el que quiera saber más, que lea el libro…).
Lo cierto es que antes de haber acabado el libro pude asistir a una de sus presentaciones, en la cual se ahondó de manera casi exclusiva en los aspectos más político-sociales y su relación con la cultura, algo en lo que se profundiza más en la primera parte del libro, que era la que había leído. Pero Lenore evita que estos profundos temas, resulten áridos para el lector salpicando el ensayo con gotas de color que lo hacen ameno a la vez que interesante. Pero no todo van a ser halagos, y la parte en la que algunos lectores no coincidirán plenamente con el autor (como un servidor) es la parte más folklórica del asunto, la referida a la música. Y para tener una referencia firme sobre ello, pido permiso para citar al propio autor en una de las páginas del libro, cuando dice que “Lo digo como alguien que intentó ser moderno la mayor parte de su vida”, algo que suena casi a arrepentimiento tras cometer un pecado capital. Pero si uno ha seguido la trayectoria del autor, sobre todo en prensa escrita que es donde más se prodiga, no nos sorprenderá esta afirmación ni alguna de las vertidas en el libro hablando de la vertiente musical de aquellos años. Creo que en parte la justificada demonización de una época en cuanto a la utilización de La Movida por parte de los poderes fácticos no debería contagiar a lo que ocurrió en la música.
El autor se pregunta si fue la Edad de Oro del Pop Español (que etiqueta tan rancia y grandilocuente a la vez…) y pone negro sobre blanco razones para negarlo, apoyándose en opiniones de algún que otro periodista musical (por ejemplo Patricia Godes hablando de la Canço y el flamenco rock, que nadie va a negar su importancia ni sus méritos, sería de imbéciles hacerlo…). Se vierten otros argumentos como la excesiva copia de lo que llegaba del Reino Unido fundamentalmente, de lo cual discrepo profundamente y el mismo Lenore se contradice en alguna referencia posterior, como la que hace de manera muy merecida a Golpes Bajos y Victor Abundancia. Yo recuerdo mandar material con muchas de esas canciones a amigos británicos involucrados en el mundo de la música y el feedback que me volvía no era para nada de “todo esto ya lo tenemos aquí…”, más bien todo lo contrario, bastante sorprendidos con lo que se cocía por estos lares. Creo que el argumento fundamental para afirmar que aquellos años (la primera mitad de la década), fue realmente dorada para nuestra música, no es otro que la variedad y riqueza de lo que se producía. Si, en los sesenta y setenta hubo gran pop nacional, pero la policromía no era tanta como en estos días. No puedo estar de acuerdo en afirmaciones como que Derribos Arias fue un grupo sobrevalorado, ni en que Gabinete Caligari fueron los mejores de aquella hornada, porque después de haber tocado el cielo musical y logrado la excelencia con Cuatro Rosas, que se transformaran en los del Cha cha chá…
Aunque es cierto que a veces se echaba de menos el “mensaje” en la producción de esos días (y de esto también podríamos hablar largo y tendido, porque haberlo, lo había en bastantes ocasiones, escondido entre letras irónicas…), lo que era innegable es que fueron unos años en los que el mensaje fundamental fue la diversión, algo que llegó tras una larguísima época de blanco y negro en nuestro país. Se había muerto el dictador, pasaron unos años de incertidumbre e inestabilidad política (y aun así Tejero nos dio el susto en el 81…) y la gente, sobre todos los más jóvenes, tenían muchas ganas de verlo todo en color y divertirse. Y eso no fue ningún dictado por parte de medios y poder político, aunque es innegable que después estos se subieran al carro para aprovecharlo en su propio beneficio.
Pero insisto, el tema estrictamente musical es algo siempre tan personal e intransferible que entrar a discutir cada punto sería tan largo y tan poco productivo. Sólo hay que fijarse en esas largas conversaciones con amigos sobre el tema, que si este disco era mejor que el otro, que si estos se vendieron, que si…
Es imposible dejar de mencionar algunos retratos de personajes y personajillos que emergen en aquellos días y que han reptado hasta la actualidad. En esos pasajes, no puedo estar más de acuerdo con el autor, que da trazos impagables sobre algunas vidas ejemplares.
No cabe duda que Espectros de la Movida es un fiel (cruel en ocasiones) y realista retrato sobre una época, que a los que la vivimos nos aporta puntos de vista interesantes enriquecidos con el paso del tiempo, y resulta casi imprescindible a quienes no transitaron por aquellos días y están interesados en saber algo más sobre ese concepto tan manido y chirriante.
Texto: Fac51