Luis Costa (Bacalao!)::: «Valencia fue antes que Ibiza, sin duda, y por unos cuantos años de diferencia».

3832409  Luis Costa (Bacalao!)::: "Valencia fue antes que Ibiza, sin duda, y por unos cuantos años de diferencia". 3832409

Luis Costa (perioDJista barcelonés) ha saldado una importante deuda -que teníamos en el periodismo musical- de este país con lo sucedido, festejado y sufrido en la música valenciana durante los años 80 y 90. Y lo ha hecho a través de la publicación de un libro -que ya va por la segunda edición- y que bajo el título de ‘Bacalao!’ (Contra, 2016) pone el foco y el bisturí precisamente donde empezó todo -Barraca, 1980- y, a la postre, fue víctima de su propio apocalipsis particular -ACTV, 1998-. Pasen y lean, esto es pura antropología sonora, y de la buena, de la nuestra.

Texto: Fernando Fuentes

Fotos: Contra Ediciones

«Todo empezó en Barraca en 1980, con Carlos Simó y la imagen del final puede que sea ya de A.C.T.V en el 97 y 98 con la pista vacía, cerrando definitivamente en el 98».

«Si sacáramos una lista de los grupos que tocaron en Valencia en 1984 y dónde, fliparíamos».

«The Haçienda y Chocolate son las dos caras de la misma moneda…».

«La comunidad original de fiesteros y seguidores de la primera escena, siguen funcionando todavía hoy como una suerte de templarios que salvaguardan el santo grial de la fiesta valenciana underground esencial, por encima de todas las cosas».

«Tanto ‘La movida madrileña’ como ‘La Ruta del Bacalao’ tuvieron tanto de ambiente cultural como de drogo-recreativo».

-Alo Luis, tras tanto estudio, análisis e investigación, ¿quién es en tu opinión el DJ más importante de la Valencia -de los años 80 y 90- y por qué destaca sobre los demás?

Yo destacaría sobre todo a dos, porque hay dos momentos muy diferenciados. De los primeros años 80, cuando se pinchaba al corte, destacaría a Carlos Simó por ser el primero en romper de verdad el juego, con una selección muy arriesgada y vanguardista para el momento, y por abrir y señalar el camino. Y junto a Simó, hay que citar a Toni “el Gitano” y a los hermanos Serrano de Espiral, que pinchaban un musicón tremendo. Y en la segunda mitad de los ochenta, hasta el 91, a Fran Lenaers, que es el primer dj en manejar la técnica a un nivel que no se había conocido antes, mezclando todas y cada una de las canciones que ponía. Sus mezclas son legendarias, si bien es cierto que, según parece, solía repetirlas a menudo. En todo caso, eran obra suya y es indiscutible que creó escuela, no sólo en Valencia, sino en todo el país. Aunque también habría que mencionar a José Conca, que empezó a la vez que Lenaers manejando también muy buena técnica y una selección muy underground, siguiendo la línea oscura de “el Gitano” en Chocolate.

-¿Y la discoteca en la que empezó (y terminó) todo? ¿Razones?

Empezó en Barraca en 1980, con Carlos Simó por ser el primero en apostar claramente por todo ese percal musical que él llamaba “música blanca”, en un momento en el que en todas partes se pinchaba música disco pachanguera, rumba y música lenta. Cuando tuvo la oportunidad de meterse en la cabina de Barraca eliminó “el lento” del tirón y empezó a sacarse de encima el resto, hasta pinchar sólo el musicón “blanco” que ya se pillaba semanalmente. En el 81 aquello ya era su dominio y allí estuvo como residente hasta el 86, cuando empieza a compaginar su trabajo con la gestión. Y probablemente se acabaría, tras tres lentos años de agonía, en 1998, con el cierre de A.C.T.V, la última que apostó por seguir un modelo versado en la vanguardia de los años de previos, con una imagen absolutamente icónica, y grandes DJ como Arturo Roger, Manolo “el Pirata” O Vicente Maffia, entre otros.

-Juan Santamaría, quizá, era el gran desconocido para los profanos hasta que han leído ‘Bacalao!’, ¿con él empezó todo? ¿También con Miguel Jiménez?

Con Santamaría sin duda, es uno de los principales dj pioneros españoles de este extraño y maravilloso oficio o arte de pinchar música. Es un tipo muy culto, que cuando era teenager ya hablaba varios idiomas y había viajado al extranjero, a Londres o Ámsterdam y con veinte añitos se plantó en Ibiza. Empezó a pinchar en un momento en el que la mayoría de discotecas eran de veraneo y funcionaban en dos turnos, de tarde y de noche, con un público principalmente extranjero. Pasó por Ibiza, Sitges, Benidorm y Valencia, donde a finales de los setenta la armó primero en Oggi y ya en el 81 en Metropolis y luego en Distrito 10. Influenció a todos los DJ coetáneos, entre ellos a un joven Carlos Simó, que quedó fascinado cuando Santamaría aterrizó en la cabina de Barraca durante una semana, estando él de camarero en la barra. Es un momento clave de esta historia. Cuando Santamaría dejó de pinchar en 1983, abrió la primera tienda de discos especializada en material para el DJ junto a Miguel Jiménez, que no pinchaba. La importancia de esta tienda sería capital para el desarrollo de la escena valenciana y nacional.

-Define brevemente a Carlos Simón, Juan «Torpedo», Tony «El Gitano» y Fran Lenaers. ¿Es imposible entenderlos, y saber de su trascendencia, sin tener en cuenta a los demás? ¿Se podría entender lo sucedido en Valencia, en los 80-90, sin alguno de ellos?

Los tres primeros pertenecen a la primera generación. Simó era un dj muy ecléctico y arriesgado. Sé que la palabra “ecléctico” referida al trabajo del DJ no dice ya gran cosa hoy en día, y en general se huye de ella y no está muy bien vista, pero en los ochenta tenía todo el sentido del mundo. Fue una época de gran variedad de estilos y de calidad musical,, y estos fenómenos tocaban lo mejor. Simó tenía y sigue teniendo un gran gusto musical y una enorme pasión por lo que hace, 35 años después de empezar a pinchar. Ha hecho de todo, ha sido dj, gerente de discotecas, manager, propietario de un sello musical…, y ahora vuelve a pinchar. Toni “el Gitano” es más oscuro, un fan enfermizo de Joy Division, Ian Curtis es su dios. Fue de los primeros en organizar conciertos y fue el precursor de toda la oscuridad valenciana, el líder de lo siniestro, contratando y pinchando a grupos como Killing Joke, Systers of Mercy, Flesh for Lulu, Aroma di Amore o Alien Sex Fiend. Aunque en Chocolate también sonaban New Order o The Smiths. Juanito “el Torpedo”, aunque pinchó ocasionalmente junto al “Gitano”, estaba un poco en medio, y estuvo muy influenciado por los nuevos románticos: Japan, Human League, B-Movie, Yazoo, Ultravox o Visage. Y Lenaers fue un poco el que recogió todo este background y, con una gran cultura musical, lo mezclaba todo magistralmente, haciendo asociaciones imposibles, muchísimos años antes que los 2manydjs. En el libro habla de unas cuantas que son de traca. Sin él no se hablaría de «Sonido de Valencia», básicamente porque fue una idea de Megabeat, una treta publicitaria que incluyeron la carpeta del Megabeat 2, donde incluyeron una pegatina que decía “Sonido de Valencia”. Pero básicamente fue eso. No tiene mucha más historia.

-¿Hubo algún DJ posterior a ellos que estuviera al nivel de estos pioneros y maestros?

Unos cuantos. Aunque ha trascendido más el nombre de Santamaría, entre los pioneros habría que citar a nombres como Iván “Abailar”, Emilio Ruiz o Manolo “el Morris”, entre otros. Y junto a Simó, Toni “el Gitano” y Juanito “el Tropedo”, los hermanos Serrano situaron a Espiral como una de las discotecas valencianas esenciales de la escena. Allí tocaron Sioxsie o Golpes Bajos. José Conca fue otro de los dj importantes de la segunda generación, junto a Fran Lenaers, que es el más recordado por lo que supuso de salto técnico. Pero Conca era igualmente hábil y más espontáneo en sus mezclas, además de arriesgar más con la selección musical. Cada uno tenía su estilo ciertamente, y ninguno trataba de imitar el del otro. Y tras ellos, otros tantos como Rafa Lara, Luís Bonías, Cristian Martí, Jesús Brisa, Arturo Roger, Manolo “el Pirata”, Rafa Pastor, Vicente Maffia o Kike Jaén, por citar solo algunos.

-Si yo califico el fenómeno del sonido de Valencia de los años 80 al 90 y la posterior «Ruta del bacalao» como un fenómeno musical, underground, juvenil, único, libre y fascinante que terminó convirtiéndose en una pesadilla, ¿estoy en lo cierto?

Todo lo que dices pertenece más a la década de los ochenta, cuando ningún nombre había pretendido aglutinar nada ni responder a ningún fenómeno. Esos años fueron muy creativos y espontáneos y libres como bien dices. Pero el “Sonido de Valencia” no fue más que una broma de Megabeat hecha pegatina, incluida en la carpeta del maxi Megabeat 2, tal y como explica el propio Fran Lenaers en el libro. Y lo usó también Vicente Pizcueta para montar un festival que se llamó «Festival del Sonido de Valencia», donde actuaron, entre otros, Glamour o Chimo Bayo. Con los años, llegó a definir la música de baile que producían los Megabeat y gente como Germán Bou en los primeros años 90, pon hasta el 93, pero poco más. Y lo que ya se empieza a conocer como “Ruta del Bakalao”, con «k», a partir de ese fatídico año 93, no tiene nada que ver con ese fenómeno vanguardista, libre y excitante previo. La pesadilla llega tras unos años ya de degradación de la escena, y la agonía es lenta y dolorosa.

-¿Hasta qué punto real la drogas -desde la famosa mescalina, hasta el speed y la posterior coca- tuvieron relevancia en el primigenio clubbing valenciano de los años 80 y 90 y en la posterior ‘Ruta del Bacalao’? ¿Por qué crees que aún todavía se sigue negando que fue algo definitivo en su eclosión, disfrute y apocalipsis?

Sólo un pequeño sector es reacio a reconocer esta evidencia, pero son una minoría. Y suelen ser personas muy vinculadas a la escena, propietarios, gestores o incluso algunos DJ. Pero tiene más que ver con el hecho de que los medios se cebaron en su día con la cobertura sensacionalista del asunto, incidiendo en el aspecto más sórdido y lumpen de esta historia. Si filmas al personal que queda en danza un domingo al mediodía en un parking, haciendo tiempo para entrar en el after, sale lo que sale. Pero el fin de semana tiene más días y más momentos donde la gente, vaya más o menos puesta, o no lo vaya, se va a bailar a su discoteca preferida a escuchar a este o a aquel dj. Para todos ellos, los medios de comunicación y por extensión, las drogas, fueron su bestia negra, y de ahí no los sacas.

-¿Es Fran Lenaers el primer DJ que mezcló dos discos diferentes -y de estilos antagónicos como pueden ser el pop y la EBM- de la forma en la que ahora lo entendemos? ¿Podemos, afirmar pues, que el arte del diying moderno nació en Valencia o ya se pinchaba así en Ibiza -con Alfredo y demás-, en Manchester, etc.?

Si no es el primero, sin duda es uno de los primeros, aunque esto es muy difícil saberlo. David G. Balasch, en la entrevista que le hizo para su blog Tower of Meaning, hablaba de él como “el Larry Levan español”. Y lo hacía con mucho acierto, refiriéndose precisamente al hecho de mezclar dos discos a tiempo y crear algo nuevo. Pero el bendito Levan –a quien adoro, junto a Ron Hardy- lo hacía con música disco y negritudes varias, mientras que Lenaers lo hacía con todos los estilos que pillaba por banda, Y no hay que olvidar que, además, el empezó pinchando funk a principios de los ochenta, y este salto técnico y musical, es él mismo quien lo da, de un modo espontáneo y absolutamente revolucionario para la época. ¡Y con unos platos Lenco! Estamos hablando de 1984. Fiorito en Ibiza inventa al «Balearic», que no es la musiquita esta de chill-out con guitarritas y ambient, sino una mezcla bailable de rock con música negra, principalmente. Y en el Haçienda de Manchester empiezan a mezclar con el house ya en el 87. Así que hay muchos números de que, por lo menos en Europa, el arte moderno del dj surja en ese momento y en Valencia, con Lenaers, José Conca y compañía.

-Y ahora la pregunta del millón: ¿Qué fue antes: Ibiza o Valencia?

Valencia, sin duda, y por unos cuantos años de diferencia. Mientras en Ibiza se estaba pinchando básicamente música funk, en Valencia ya estaban pinchando desde 1980 su “música blanca”: punk, post-punk, new wave, synth pop, rock gótico, guitarreo, psicobilly, etcétera. Y todo pensado para bailar. Esta música podía sonar en baretos de Malasaña en Madrid, del barrio Chino en Barcelona, el Soho de Londres o el East Village de Nueva York, pero en Valencia sonaban a toda castaña en discotecas de mil a tres mil personas. A mediados de los ochenta Fiorito da con una excitante mezcla de rock y música negra que crea escuela y le da un aire especial a la isla, hasta la irrupción del acid house a finales de los ochenta, pero la cosa allí no explota hasta el 88, el verano del amor y el éxtasis. Pero esa es otra historia.

-Entonces lo sucedido en Valencia se parece más a lo que pasó en Manchester…

Absolutamente. Ya lo comento de entrada en el prólogo del libro, que el propio Tony Wilson de Haçienda/Factory Records, decía que solo en dos lugares como Manchester y Valencia podían florecer escenas como las que allí se dieron. Las hermana el interés por la música de guitarras para bailar, por experimentar en un momento en el que nadie lo estaba haciendo y por su pasión por la música en directo, en su vertiente más de culto. The Haçienda y Chocolate son las dos caras de la misma moneda, me da a mí.

-¿Cuánto tuvo realmente de vanguardia todo aquello, si es que realmente merece tal calificativo?

Mucho, todo. Ya desde 1980 Barraca apuesta por una estética radical respecto a la dominante. Y no sólo por la música que pincha Carlos Simó, sino por las acciones teatrales que se incluyen, por ejemplo, de colectivos como Putreplastics. De pronto metían un coche aparcado en la pista o uno de esos grupos se dedicaba a lanzar pollos muertos al público. Hoy se incumplirían decenas de normas y leyes con ese tipo de acciones. O de pronto colocaban a un actor conocido en la taquilla para vender entradas. Barraca, Chocolate, Espiral o Spook, son las primeras salas que ponen en marcha una promoción totalmente nueva basada en el flyer, los carteles de calle, las invitaciones o el merchandising. Configurando un sistema que será la base del ocio nocturno moderno. Valencia iba entonces muy por delante no sólo de la rancia escena local, sino de la europea, era sin duda uno de los principales focos mundiales en asuntos del baile.

1482754703_695161_1482830192_noticia_normal  Luis Costa (Bacalao!)::: "Valencia fue antes que Ibiza, sin duda, y por unos cuantos años de diferencia". 1482754703 695161 1482830192 noticia normal

-¿Piensas que, ciertamente, en Valencia, en algún momento entre los años 80 y 90, se pudo escuchar y bailar la mejor música del mundo?

Escuchar no lo sé, imagino que en muchos lugares se debió de escuchar muy buena música, y de modo clandestino habría multitud de lugares con saraos de gran nivel. Pero intuyo que fue el enclave donde se pudo disfrutar de una escena de baile con las mejores salas, el mejor sistema de sonido, la mejor música y el mejor público. Desde el momento en el que los grupos ingleses de culto de los ochenta se querían venir a tocar a Valencia a toda costa y que muchos se ponían finos hasta las tantas, algo gordo había. Luego miras los grupos que han tocado y lo vas pillando claramente. Si sacáramos una lista de los grupos que tocaron en Valencia en 1984 y dónde, fliparíamos.

-¿Crees que todo el fenómeno del sonido de Valencia de los 80 y los 90 se podría haber dado en otro lugar físico que no hubiera sido aquel? ¿Es algo inherentemente y coyunturalmente valenciano?

Por lo que respecta a los años previos, creo que hubiera sido complicado que se diera en cualquier otra parte. Los valencianos lo llevan dentro, tienen mucha sensibilidad musical y son muy fiesteros. Pero lo de la «Ruta del Bakalao», se podría haber dado en cualquier otra parte, sin duda. De hecho, ya a mediados de los noventa y de un modo coetáneo, en Cataluña y en Madrid se desarrolla la escena makinera y de fiesta poligonera que ya luego se extenderá por todo el país. Es un fenómeno muy de los duros noventa y los chavales de las periferias de las grandes ciudades, usan la fiesta más como un modo de evasión que como un modo de diversión. Por lo menos, yo lo veo así.

-¿Por qué crees que, durante tantos años, ha sido muy difícil -casi imposible- que los protagonistas directos del asunto hayan querido hablar abiertamente de aquellos tiempos? ¿Era necesario que pasaran un determinado tiempo para que todo se fuera «curando» de una forma progresiva y natural? ¿Este libro ayudará a superar ese estigma?

Me gustaría decir abiertamente que sí, pero me ha sorprendido detectar susceptibilidades varias entre gente que lo vivió más de treinta años después. Me he visto dando explicaciones sobre algo tan evidente y esencial como titular al libro “Bacalao”, incluso tras la incorporación de la explicación sobre esto en el prólogo, y de un capítulo exclusivo titulado también “Bacalao”, sobre el origen espontáneo del uso de esta palabra, en la tienda de discos de importación Zic Zac. Un momento iniciático que data de 1983, que sirve de punto de partida de la eclosión y profesionalización de aquella escena. Y aún y después de haberme manifestado por activa y por pasiva “creyente” de la religión del guitarreo, me han llamado de todo menos guapo por titular así el libro. Para este tipo de cosas las redes sociales son maravillosas, y me lo he pasado en grande durante un período muy breve, antes de presentar ¡Bacalao!, que luego ya desconecté. El libro ni si quiera había salido a la venta todavía y la gente ya estaba rajando… Tengo que dar gracias por la promoción gratuita. El caso es que, volviendo al tema, pude ver que los testimonios eran algo reticentes a soltarse en un principio. Y esto es porque los medios de comunicación han sido para todos ellos la bestia negra que destrozó sus logros acumulados durante algo más de una década. Cuando vieron que yo también soy dj, que soy “de los suyos” y que a mí lo que me mueve es la música, todo fue sobre ruedas. Pero la comunidad original de fiesteros y seguidores de la primera escena, siguen funcionando todavía hoy como una suerte de templarios que salvaguardan el santo grial de la fiesta valenciana underground esencial, por encima de todas las cosas.

-¿Qué fue lo que pasó realmente con la mescalina? ¿Crees que fueron las propias mafias colombianas, que empezaban a irrumpir en España, las que la quitaron de la circulación para introducir su coca? ¿Es cierto que no creaba adicción y no dejaba apenas resaca? ¿Hay posibilidad de que, algún día, vuelva a estar en el mercado?

Cuando la mescalina entró en escena en el 81, yo tenía 9 años, y apenas estuvo unos pocos años en circulación. Todo este tema de la mescalina me queda muy lejos y se me aparece como una especie de mito y leyenda. Desde el supuesto químico catalán que la sintetizaba, una especie de Heiselberg que extraía la resina de los cactus del mezcal -que supuestamente importaba ilegalmente una empresa de jardinería- y que lo sintetizaba junto a una base de MDA, cocinando así las mescas. Por lo visto, la mayor parte de su producción se iba a Valencia y eran pocas las que se podían encontrar en Barcelona. Fuera de estos dos destinos, nada. Y sólo hubo entre 1981 y mediados de los ochenta, que despareció de golpe, porque por lo visto trincaron al químico. Vamos, que da para una serie a lo Breaking Bad, pero con una banda sonora insultantemente mejor, por supuesto. Sobre sus efectos proclives al baile y la apertura de los sentidos, el capítulo del libro “Mescalina” es absolutamente revelador.

-Pienso que sin la mescalina habría existido todo aquello, ¿pero hasta qué punto la música y las drogas llegaron a importar lo mismo y fueron responsables de todo al 50%? ¿Crees que, como algunos dicen, aquella música, sin el efecto de las drogas, habría perdido mucha potencia, brillo e interés? Entonces, ¿no hay mala música sino mala droga?

No creo que ninguna droga haga mejor o peor a la música. La música te gusta o no te gusta, y te hace bailar o no te mueve. Es absolutamente subjetivo. Del mismo modo que existe droga adulterada y droga que no lo está.

-¿Crees que en ‘La Movida madrileña’ de los 80 había menos droga, y menos muertos por ello, que en la ‘Ruta del Bacalao’? ¿Y si no es así porque aquella se la alabó como un fenómeno cultural -único y a reivinidicar- y a esta se la ha perseguido por ser un nido de «yonkis bakalas»?

Es sabido que en ‘La Movida madrileña’ cayeron como moscas por causa de la heroína. En su reciente crónica oculta de ‘La Movida’, ‘Esto no es Hawaii’ de Jesús Ordovás, desfilan los nombres de no pocos músicos que murieron bajo el abismo del caballo. Y muchos protagonistas entrevistados reconocen el uso generalizado de las drogas. No creo que a estas alturas se haga esta diferenciación entre ambas escenas, y si después de ‘¡Bacalao!’ sigue habiéndolas, es que tenemos un problema. Ambas tuvieron tanto de ambiente cultural como drogo-recreativo.

-¿Fue realmente el Estado quién acabó con la «Ruta del Bacalao» ya en los años 90-95? ¿No crees que en el libro falta el testimonio, aunque fuera anónimo, de alguien de las fuerzas de seguridad del Estado o del Ministerio del Interior que hubiera podido corroborar esta teoría, en todo caso algo conspiranoica?

Sin duda le hubiera venido muy bien un testimonio de ese tipo, y ya lo contemplé, pero me hubiera desviado mucho de mi propósito que, insisto, siempre ha sido el de hablar de los años previos a la explosión de la ‘Ruta de Bakalao’. Unos años que habían quedado ocultos y hasta malditos. Ahí hay un buen campo sobre el que investigar, sin duda. Algunos testimonios apuntan que el PP podría haber estado interesado en reducir un boyante negocio que no podían controlar, y tantas otras ideas conspiranoicas en líneas similares. Lo que parece bastante claro, a priori, es que “el problema” de la juventud de entonces se podría haber resuelto de forma conjunta entre los organismos responsables del Estado y el sector. Y probablemente sería otro gallo el que hubiera cantado.

-¿Se puede decir, pues, que el PSOE en un principio permitió los desmanes de ‘La Ruta del Bacalao’ y cuando llegó el PP al poder, a Valencia, en 1995 la persiguió y liquidó? ¿Fue algo orquestado desde Madrid o se planificó desde la misma capital y Generalitat valenciana?

Creo que eso sería mucho decir. De hecho, la Ley Corcuera, o ley “de la patada en la puerta”, de principios del 92, que impulsó José Luis Corcuera, Ministro del Interior del PSOE entonces, permitía los registros domiciliarios siempre que hubiera indicios de que se pudiera cometer un delito relacionado con drogas. Y de ahí vinieron los controles de policía en las proximidades de las discotecas –cuando no en su mismo parking- con registros exprés, por los que se atentaba en ocasiones contra los derechos humanos y así se denunciaba. Tal y como indica en sus intervenciones en el libro Vicente Pizcueta, por aquel entonces gestor en Heaven. El PP seguiría esa línea de contención y control del asunto en todo caso y pondría cerco a la escena hasta ahogarla.

-¿Crees que la novedad y velocidad del fenómeno pilló en bragas a todo el mundo, sobre todo a las autoridades valencianas -y por ende españolas- que no sabían cómo gestionar aquello y que se vieron sorprendidas por la aparición de los primeros afters del mundo que estaban abiertos hasta durante tres días seguidos non stop?

Por supuesto, a este efecto, los guardias civiles de la época quedan retratados en sendas intervenciones de Toni “el Gitano” y Vicente Pizcueta en el libro. Son una risa. Hay que pensar que, tras el gobierno de transición de Adolfo Suárez y su UCD, el PSOE entra en 1982 como primer gobierno de la democracia española. Se viene de unos años muy grises y se empieza a disfrutar de las primeras libertades en el país. Pasárselo bien es casi un imperativo legal: a disfrutar muchachada, que ya es hora. Todo está por legislar como aquél que dice, y sobre todo en asuntos que son totalmente nuevos. En el tema de los horarios de las discotecas, cuando llega el momento de ponerse a controlar más o menos el asunto, cada localidad, e incluso cada pedanía, tiene su propia normativa, pues ni si quiera existía entonces una legislación general sobre el tema. ¡Y la que se manejaba era de 1933 o 34! Finalmente, mientras las salas tuvieran su parking bien organizado y su propio equipo de seguridad, y siempre y cuando cerraran por lo menos dos horas para limpiar y acondicionar la sala, podían hacer el horario a su medida. Y así lo hicieron.

-¿Crees que los propios protagonistas del fenómeno, y sus sucesores y herederos, no han sabido gestionar bien su pasado? En mi opinión las generaciones posteriores -clubbers, djs, prensa, promotores valencianos, etc.- tampoco han sabido reivindicar lo bueno musicalmente de todo aquello, ¿qué te parece?

Yo no lo veo así. Conozco a varios dj y productores inmediatamente posteriores, que eran unos chavales cuando todo aquello sucedió, y son auténticos devotos y están más que orgullosos de esa movida. Lo que pasa es que, los que tenían ganas de moverse y decir cosas nuevas, se encontraron un panorama muy negro, un percal muy complicado. Y había que romper con aquello, con historias nuevas y desvincularse de los antiguos templos y circuitos. Había que empezar de cero y en mi opinión se hizo lo que tocaba y se hizo bien. Era ya otro momento. Yo he disfrutado mucho con la música de Nacho marco o de Lontano, que los he pinchado muchísimo, he hice una de las pocas críticas que salieron de su álbum en Factor City, que Undo me lo recuerda cada dos por tres como algo insólito en su momento, tal y como estaba la prensa en ese momento. Y lo pasé de maravilla en sitios como Le Club, que era un club tremendo. Y hoy en día hablas con ellos, con Fran Campos o con gente más joven como Daniel Kyo, y todos reivindican a muerte todo aquello.

-Luis, la segunda pregunta del millón: ¿Por qué se derivó en la máquina y no en algo más audible, decente y fundamentado? ¿Qué culpa tuvo en ello el cambio de drogas que se empezaron a consumir masivamente en las discotecas, ya, de la Ruta?

Lo que viene a partir del 90 ya es otra cosa. Y sobre lo que vino a partir del 95 en adelante: puede que en este caso las drogas sí que tuvieran efecto en la radicalización de las propuestas y en la aceleración de los ritmos dance del momento, tal y como estaba ocurriendo en todas partes. En Alemania y Holanda con el hardcore y luego el gabba, y en UK con el rollo rave más duro y con el jungle más oscuro. En todas las escenas coinciden drogas muy adulteradas, con el speed y el éxtasis como protagonistas indiscutibles. El problema es que aquí se impuso la copia de garrafa de todo esta escena, producciones locales de muy mala calidad, mediante una industria de tercera que sólo busca el lucro inmediato y que en ningún caso opera desde el underground. Y se deriva en lo que se conoció por la movida “mascachapas” o en aberraciones como Los Pitufos Makineros. Y además, en un momento dado los fiesteros ya solo pedían esto, de lo malo, lo peor. No había coexistencia con otros estilos ni se siguió la vía de la vanguardia techno que estaba floreciendo en Detroit o en Berlín, por ejemplo. Y esto es algo que me sigue sorprendiendo mucho a día de hoy. Me cuesta imaginar en qué momento se produjo la desconexión y me resulta algo muy inquietante.

-Pero, ¿cómo fue que en el mismo espacio geográfico en el que en un principio, a mitad de los 80, se escuchaba aquel maravilloso «Sonido de Valencia» todo derivó, ya en los 90, en la máquina, las cantaditas y el hardcore? ¿Fue en las mismas discotecas? ¿Los mismos que bailaban a los finos Bolshoi se pasaron al acelerado al hard-trance belga?

A partir del año 90 se produce un cambio generacional en la escena que cambia por completo al público. Lógicamente, los que llevan una década saliendo dejan de hacerlo, o por lo menos dejan de hacerlo con asiduidad. Y los pocos que siguen haciéndolo, en un momento dado dejan de hacerlo porque la música que suena ya no les seduce. En realidad, los ciclos del grueso de público de una sala son de cinco años, y hay que estar muy atento a lo que sucede allí al cabo de esos cinco años. En este sentido, Spook supone un salto en 1985 que une el pasado con el futuro y es muy clave, al que luego se suma A.C.T.V, en una segunda evolución del asunto. Pero en el 90 la música cambia por completo, y la guitarra sale de la escena, en detrimento de otros sonidos nuevos más dance, las cantaditas y tal. Y más adelante el hardcore de producción local más ramplón.

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-¿Por qué crees, que por ejemplo, Chimo Bayo y otros famosos DJS -que en su momento fueron DJs de la ‘Ruta del Bacalao’ a la vista de todo el mundo- no han querido aparecer en tu libro? ¿Se avergüenzan de ello? ¿Te has quedado con las ganas de que participaran otros personajes?

En cuanto a la ausencia de Chimo Bayo, ya lo he comentado en varias ocasiones, no creo nada más allá de lo que él me comentó en su momento, y es que estaba liado y no disponía de tiempo para la entrevista, por tener otras prioridades. Y añadió que tampoco pasaba nada si él no salía en el libro. Sobre el resto, sinceramente, sólo me he quedado con las ganas de hablar con Ian Brown o Mani, de los Stone Roses, porque es uno de mis grupos de siempre. En cuanto a los otros dj nacionales, que algunos son de Madrid o de Barcelona, ciertamente no comprendo ese desapego. Y más teniendo en cuenta el enfoque serio y riguroso de mi proyecto. A mí me interesaba esencialmente su conexión con todo ese mundo y la experiencia que se llevaron a sus ciudades; como la integraron para evolucionar hacia otros lugares creativos propios. Y creo que hubiera sido muy interesante conocerlo y muy ilustrativo para todo amante de la música electrónica nuestra. Otra vez será.

-¿Qué piensas de los que dicen que con Chimo Bayo empezó la peor ‘Ruta del Bacalao’?

Pienso que si lo dicen, sus razones tendrán. Y en el libro algunos de los testimonios las exponen abiertamente.

-¿Crees que poder ver a bandas en directo como Killing Joke, SoftCell, B-Movie, The Stone Roses, Lords of The New Church, Alien Sex Fiend o Bauhaus, a las tantas de la mañana, en dobles turnos de actuación, en las discotecas de El Saler y Pinedo es algo que tuvo que ver en que años después el primer gran festival nacional -FIB- se celebrara cerca de allí, en tierras valencianas?

Pudo influir, pero no creo que fuera muy decisivo a la sazón. Está claro que todo lo que sucedió en Valencia por aquellos años abonó el terreno para que surgieran diferentes propuestas vinculadas a la escena de baile. Pero lo del FIB ya es otro momento, y cuando empiezan, arriesgan con otro tipo de propuesta muy diferente, la del indie, que en ese momento también es muy nueva y minoritaria. ¿Cuánta gente asistió a la primera edición del FIB? ¿2.000? Yo estuve allí y no recuerdo ver mucha más.

-¿En qué momento concreto -año, discoteca y DJ- crees que la música empezó a dar igual, la gente solo iba a ponerse hasta las cejas, los camellos y la abrasiva máquina y las «cantaditas» tomaron el poder, todo se llenó de gentuza y así se fue a la mierda?

No lo sé decir con exactitud, porque además yo no estuve allí, pero me da la impresión por lo que he podido saber a través de mi investigación, que el año 95 es un año ya muy devaluado y que a partir de ese año la cosa ya va en caída libre, con imágenes de parking muy duras… La imagen del final puede que sea ya de A.C.T.V en el 97 y 98 con la pista vacía, cerrando definitivamente en el 98.

-¿Hasta qué punto fueron los propios promotores, empresarios del sector, discográficas y DJS los verdaderos responsables de desmán final de los años 90-95? ¿Y el público o es que la gente se iba a la ruta a comer pastillas como si fueran gominolas, y bailar 72 horas a punta de pistola?

Por lo que me contaban varios de los testimonios recogidos en el libro, los empresarios tuvieron gran parte de responsabilidad, ya desde antes de que los medios asaltaran la escena, cuando ésta ya estaba registrando una asistencia global colosal. El propio Carlos Simó, dj de Barraca entre 1980 y 1986 -momento en el que va dejando progresivamente de pinchar para ocuparse de la gestión de Puzzle-, es muy explícito en su crítica a la clase empresarial del momento en su última fase. Y otros tantos inciden también en el abandono general de las buenas costumbres a manos de los cantos de sirenas que procedían de las taquillas de las discotecas, que al parecer es lo único que estos estaban dispuestos a escuchar. En última instancia, al público ya le daba igual ocho que ochenta, y si el tema se hubiera definido claramente antes, pongamos, en Madrid o en Cataluña, igual se hubieran ido en masa hacia allí.

-¿Crees que Valencia, con el tiempo, ha sabido ir resurgiendo, y reinventándose, a través de una nueva forma de entender el clubbing: más sana, más reglada, más cosmopolita y, seguramente, menos apasionante?

Ha sabido reinventarse sin duda, con nuevos clubs y colectivos como Le Club en su día y el trabajo de activistas como H4l9000 o Nacho Marco. Y hoy en día se puede disfrutar allí de un clubbing muy interesante y un público estupendo, con ganas de disfrutar de una buena sesión. Aunque todavía sigue siendo algo minoritario y que merece mucha más atención y apoyo. Sin embargo, va a ser complicado que vuelvan, a corto plazo, aquellos iniciáticos y excitantes días de vino y rosas, ya que todo es menos nuevo y todo está mucho más regulado, a la par que poco apoyado por las instituciones culturales. Aún y así, no veo porque tiene que dejar de ser algo cosmopolita y apasionante.

-¿Qué queda de todo aquello en la escena electrónica valenciana del 2017?

Yo creo que bastante. Veo en los dj y productores valencianos actuales que se dedican a esto la misma energía, libertad y desparpajo que, pienso, los define. Veo a muchos de los DJ de aquella época disfrutar con la misma pasión de la música, treinta o más años después de empezar. Carlos Simó me reconocía hace poco que, tal y como le ha sucedido siempre, se puede seguir tirando una semana para decidir únicamente con que tema abrirá una sesión. Y charlar sobre música con él, o con Juan Santamaría, “el Torpedo”, Fran Lenaers, Luis Bonías, Cristian Martí o Rafa Pastor, entre otros, es una delicia.

En plena degeneración de la peor «Ruta del Bacalao» -del 90 al 95- fue cuando los empresarios valencianos ganaron más dinero, ¿algunos se hicieron ricos con todo aquello?

No lo sé, este tema tampoco es que se tocara demasiado en las entrevistas. Imagino que en un principio sí, pero ya cuando la fiesta estaba en el parking y la gente dejó de beber alcohol para consumir sólo agua y pastillas, imagino que debió de bajar bastante la facturación.

64  Luis Costa (Bacalao!)::: "Valencia fue antes que Ibiza, sin duda, y por unos cuantos años de diferencia". 64

-Se ha hablado mucho de ello, pero, ¿se sabe, con números en la mano, cuántos jóvenes se dejaron la vida en la «Ruta del Bacalao» entre los años del 90 al 95?

No lo sé, no tengo estos datos. En su momento ‘El País’ publicó un reportaje sobre este asunto y sorprendentemente las cifras eran muy bajas.

-¿Se podría producir un fenómeno similar, a este, en la España actual?

Lo veo muy difícil la verdad, está todo más regulado que el interior de un cohete de la N.A.S.A. Y sin duda, la coyuntura socio-económica no volverá a ser la misma. Mucho tendrían que cambiar las cosas, demasiado. Tendría que dar todo un vuelco enorme y empezar en muchas cosas de cero, algo que, por otro lado, la sociedad y el planeta necesita como agua de mayo.

-Cuando empezaste a contactar con los protagonistas del libro, ¿alguno receló del asunto porque no fueras valenciano o, al menos, un «rutero» famoso a respetar?

Hace ahora algo más de dos años, en el verano del 2015. No, el primero al que contacté fue Juan Santamaría y se mostró muy interesado en el proyecto y predispuesto. Y a partir de aquí fueron desfilando todos. Pienso que precisamente el hecho de no conocerme y no haber formado parte de esa escena, puede haber ayudado a encontrar un enfoque totalmente subjetivo y nada sesgado del asunto.

-Para terminar Luis, ¿habrá una segunda parte de este ‘Bacalao!’ en la que se cuente lo inconfesable -o incorrectamente publicable- de los testimonios que has recogido y que es la verdadera «chicha» del asunto?

No, no la habrá, por lo menos por mi parte. Ya que, todo lo que me interesaba conocer y dar a conocer sobre este asunto, ya lo he hecho. Y tampoco me he dejado nada, es más, se han publicado asuntos bastante explícitos que se podrían haber evitado tranquilamente, y si los implicados me lo hubieran pedido lo hubiera hecho. Pero no he evitado ninguna información que los testimonios me hayan ofrecido voluntariamente. Si no ha entrado ha sido más por un tema de fluidez y ritmo de la historia, es decir, puramente editorial, que por cualquier otro motivo.

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