MEJOR ÁLBUM NACIONAL_2017: PSHYCOTIC BEATS- ‘THE BLACK SEA’ (LOG LADY RECORDS)

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‘The Black Sea’ es el tercer disco de una trilogía dedicada a la locura, los trastornos mentales, a la muerte y a la libertad de decidir el final de cada uno. Recordemos que Andrés Costureras aka Pshycotic Beats empezó a componer cuando le diagnosticaron un trastorno psiquiátrico hace 10 años. El punto de partida de este disco empieza con ‘Departure’, el tema que cerró su anterior álbum ‘Dormihcum‘. En ese corte el personaje de la historia se siente reconfortado al entender que él será quien decidirá en qué momento abandonará este mundo, de forma libre y sin atisbo religioso alguno. Y es por ello que -este ‘The Black Sea’– está inspirado en la experiencia y tránsito hacia la muerte, pero desde lo bonito y alegre. Su primer track con la apocalíptica locución: “Más allá de los sueños está el Mar Negro, ese es el lugar al que ir a descansar”, es una declaración de intenciones en lo que respecta al contenido del mismo. Todo termina cuando esa civilización disconforme con el apestoso sistema decide ponerse punto y final y sumergirse en ese mar negro y mágico, en ese purgatorio ubicado en el ‘Planeta nueve’, en el que ya nos esperan gente como Bowie -su muerte planea sobre el estado de ánimo de muchos de los temas del álbum-, Cohen y Prince. Todo ello cargado con esa ironía y humor negro que caracteriza a un Pshycotic Beats que, tras el inconmensurable esfuerzo que le ha costado sacar este álbum -y cerrar dicha trilogía-, se tomará un descanso largo de la música -prescrito por sus médicos- para recuperarse emocionalmente. Y sí, todo ha merecido la pena, solo hay que escuchar este ‘The Black Sea’ para entenderlo y afirmar que se trata del mejor trabajo en largo formato -y en vinilo- de este músico madrileño.

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El viaje -coherente, romántico y dramático- hacía el más allá que propone ‘The Black Sea’ contiene interludios con voces distorsionadas y ficcionadas -caso de ‘The Beginning Of (Interlude)’. ‘The End’ cuenta la emocionante historia de alguien que se tumba en la nieve con la intención de morir congelado desde un sonido orquestal vs sintético. En ‘Planet Nine’ alberga un mensaje precioso, tras una apariencia acelerada y súper-épica-pop y sobre una base rítmica tan simple como deliciosa. Cuenta la historia de una pareja que se lanza al mar desde un acantilado para morir y subir al cielo -que es ese ‘Planeta Nueve’- donde están los artistas que se han ido. ‘From Disco Section to House Foundation’ es disco, ambientado en el vicio de un club lumpen de los años 70, con sudor en las paredes y de ambiente orgiástico, con las paredes metálicas, sillones de terciopelado color cobalto y lucecitas rojas. Es como una vieja canción de Chic, empieza con el estribillo y cantando al unísono, con coro góspel incluido. Aquí Andrés Costureras se la juega, entonando en su nivel más alto de registro, sin retoques, nada de autotune, de forma emocionada. La letra es frenética, muy rápida. Soltarse y cantar con ese regusto funkoide ha sido intenso, tan placentero como agotador. ‘Where the night is going’ es uno de los temas favoritos del propio Pshycotic Beats. Pecado y mucha pluma. Sus bombos atronadores, su bajo sucio y ese space-disco reverberante son el colchón perfecto para la voz modulada de forma pura que se acerca al falsete lírico. Otro de los temas que más le satisfacen es ‘Black Moon Falling’, una especie de oda teatral y espacial encerrada en un loop, en el que unas cuerdas fantasmales -en bucle- evocan a los mejores Portishead. Su final, fanfarria de sintes y ruidismo, muy a lo Mirwais, es una feliz sinergia entre lo clásico y lo tecnológico. ‘The Knives‘ es el tema más electrónico del álbum, un auténtico batiburrillo anómalo de influencias y referencias que Andrés Costureras retuerce y destroza a su gusto. ‘Surrender’ es solo piano y voz. Todo surge a partir de un sinte lloroso, una melodía que es su propia voz pichteada con un autotune. El disco se cierra con ‘My Death is Yours’ en la que Pshycotic Beats nos cuenta la muerte de su personaje, el final del viaje. Es una marcha fúnebre que destila paz, un réquiem musicalmente simple y bello en el que Costureras -¿o es Caronte?- ha disfrutado cantando como jamás. Todo se funde en negro. (Texto: Fernando Fuentes)

*Selección realizada por la redacción de ORBITA MAGAZINE/ enero_2018