Si uno echa la vista atrás, concretamente hace veinte años (como pasa el tiempo), descubre que en ese año 1998 salieron al mercado un puñado de discos que con el inexorable paso del tiempo, juez insobornable que pone a cada uno en su sitio (toma frase rancia), han demostrado ser obras fundamentales en la música de nuestros días. Por eso me animo a darles un repaso en esta serie que comenzamos y que espero poder continuar a lo largo de este año.
El primero de estos discos, que no es el primero por ser el más importante ni nada parecido, es una obra única en su especie, ya que sus creadores rompieron el molde con este álbum y no hicieron ninguno más. Señoras y señores, recordemos el ‘Drumsanddecksandrockandroll’ de Propellerheads.
Propellerheads son (o eran) Alex Gifford y Will White. Gifford nace en el año 1965 y es un músico con experiencia rica y variada dentro del panorama musical británico, ya que, por ejemplo, tocó el saxo con los Stranglers, los teclados con ese legendario gruñón irlandés llamado Van Morrison, trabajó en los Real World Studios de Peter Gabriel como compositor e ingeniero de sonido e incluso estuvo brevemente en la formación de The Grid, ese delicioso combo electrónico formado por el ex Soft Cell Dave Ball y Richard Norris.
Justo por aquellos días, a comienzos de los noventa, Alex Gifford empieza a componer sus propios temas y frecuenta un club llamado The Hub en Bath, ciudad donde nacen Propellerheads. Gifford pincha en ese club en algunas ocasiones y uno de los socios del local le presenta a un batería llamado Will White, la otra mitad del dúo. Nacido en el año 1974, también pinchaba por locales de la zona y había estado en una banda llamada Junkwaffle. La conexión es rápida, inmediata, y en un breve espacio de tiempo, montan un directo realmente innovador y espectacular compuesto por una cabina con platos y un órgano Hammond para Gifford junto a la batería de White. Habían nacido Propellerheads, cuyo nombre es la denominación slang de un nerd, y fue una palabra que oyeron a un californiano en una conversación, adoptándola para bautizar su combo.
Era una combinación en directo completamente inusual para aquellos días, y muy elaborada, ya que creaban las bases previamente y las mandaban a prensar en acetato para utilizarlas en directo. La voz se corre rápidamente y en esos primeros bolos se presenta Mark Jones, el supremo de Wall of Sound, uno de los sellos que empezaban a despuntar con fuerza en el panorama nacional por aquellos días. Realmente impresionado por la fuerza y la energía que desprende la pareja en directo, les ofrece grabar para el sello, y en 1996 se lanzan 5000 copias del ep y en ese mismo año, y gracias a la extraordinaria acogida que tuvo su primer lanzamiento, deciden editar su segundo ep, al que da título un tema que para mí es otra parte del “soundtrack of my life”; la energía, la perfección y el ritmo que desprende este ‘Take California’ es simplemente inolvidable.
Para entonces, el ruido que habían formado Propellerheads trasciende del ambiente puramente underground de la escena electrónica británica y el compositor de bandas sonoras David Arnold les invita a recrear un tema de la saga Bond para un disco que estaba montando en base a versiones de las bandas sonoras de dichas películas. Incluso les pide que le compongan la base rítmica para una escena de ‘Tomorrow Never Dies’, la próxima película de Bond para la que Arnold componía la banda sonora. Bueno, el tema que al final aportaron Propellerheads a esa recopilación de David Arnold fue una versión de ‘On Her Majesty’s Secret Service’.
Alex Gifford era un fan de las películas de espías, y cuenta que cuando fueron al estreno de ‘Tomorrow Never Dies’ tuvo la inspiración para crear otro de sus temas, ‘Spybreak’, que en realidad es como una pequeña banda sonora para una inexistente película… aunque, curiosamente, fue utilizada en la banda sonora original de la primera entrega de la saga de Matrix.
Y aquí precisamente podemos contar la anécdota y la génesis de quizás su tema más inolvidable, y la confirmación de algo que he aprendido y experimentado en mis años en el negocio de la música, que las y los más grandes suelen ser también los más sencillos, accesibles y amables. En esos días, Alex empieza a componer otro tema y, en el avión de vuelta de unos bolos en Australia, bromea con Mark Jones diciendo que suena como la intro de un tema de Shirley Bassey para una película de Bond. Mark le dice… “hagámoslo… la llamamos?” Cualquier cosa es posible…
Obviamente, tampoco tenían mucha confianza en esa apuesta, pero Alex acaba de componer el tema y escribe una letra que piensa podía ser perfecta para la gran diva galesa en una noche, cantándola él mismo y grabando la demo. Se la mandan al mánager de la vocalista, y la primera respuesta que reciben de manera inmediata es que de momento no estaban buscando nuevo material. Piensa, bueno, pero que nos esperábamos, si a su lado no somos más que unos pringadillos… pero pasados unos meses, les llaman y les dicen, “si, a Shirley le gusta la idea, hagámoslo”.
Alquilan un estudio, porque claro, no iban a llevar a Shirley Bassey a la habitación de Alex para grabar, y apareció, muy amable, divertida y amigable y le dice a Alex, bueno, como quieres que cante esto, a lo que Alex respondió, hombre, como Shirley Bassey, y la diva le responde “y como es como Shirley Bassey? Su director musical estaba con ella, y, como era de esperar de semejante divinidad de la historia musical, se plantó delante del micro y en un par de horas estaba grabado este ‘History repeating’.
Tiempo después se vuelven a encontrar con la diosa galesa para grabar el video clip del tema, donde surgieron más anécdotas en esa grabación. Recomiendo encarecidamente que lo vea a quien no lo haya hecho… una joya en blanco y negro que capta perfectamente el espíritu de la canción.
Salió a la venta antes de navidades del año 1997, fue un pelotazo tremendo, entró en las listas de ventas como un rayo (hizo el top 20 en esa época tan plagada de “discos navideños” y por lo tanto, todo un logro llegar a esas posiciones) y catapultó definitivamente a Gifford y White en el panorama internacional. Con todo este bagaje, se disponen a terminar de grabar su álbum, el primero y único, que se llamaría ‘Drumsanddecksandrockandroll’, contando con colaboraciones de prestigio como las leyendas del hip hop, Jungle Brothers y De La Soul. El disco sale a la venta en los primeros meses del año 1998. En ’Drumsanddecksandrockandroll’ se recogieron la mayoría de esos singles y ep´s editados con anterioridad, como ‘Take California’, ‘On Her Majesty’s Secret Service’ y, por supuesto, el ‘History Repeating’. Subió hasta el seis de la lista de álbumes en UK, vendió más de 200.000 copias en el primer año de existencia, pero aparte del éxito comercial, dejó una huella imborrable en la memoria de muchísima gente. Creo que la mejor prueba de la calidad de un trabajo es comprobar que una nueva escucha del mismo te sigue provocando gratas sensaciones, y así ocurre con ese único álbum de Propellerheads.
Justo cuando empezaban a cerrar una larga lista de actuaciones para ese año, en el mes de mayo se anuncia que Will White estaba seriamente enfermo y que su recuperación llevaría varios meses, por lo que tuvieron que cancelar dichas actuaciones. Y como diría Porky, eeeso es todo aaammigos.
En ese año 1998 se editaron algunos singles y ep´s como el ‘Bang on!’ y ‘Crash’, pero ahí se acaba el rastro de Propellerheads como tal. Alex Gifford ha producido a varios artistas a través de los años, como The Jungle brothers, K.D: Lang, Rufus Wainwright… Will White ha producido, ha pinchado, durante 2004 y 2005 estuvo colaborando con varios artistas y bandas, entre el 2006 y el 2007 editó un par de maxis y poco más tarde formó parte de Long Range, esa aventura de Phil Hartnoll en los años de cabreo con su hermano Paul y entierro temporal de Orbital. En el año 2017 nos sorprendió al formar parte de un nuevo combo llamado AI (artificial Intelligence), junto a Brian Dougans y Garry Cobain, más conocidos como Future Sound Of London, editando un álbum de 17 temas llamado ‘Paradigmension’ que recomiendo vivamente. Es un disco electrónico, ecléctico y bastante sorprendente en algunos pasajes.
Sin duda que un comeback de Alex y Will sería uno de los más esperados dentro de la escena electrónica internacional. Quien sabe, pero ya han pasado veinte años y desde entonces nada de nada. Aunque hemos visto cosas parecidas en los últimos tiempos, la Jones volvió en plena forma tras diecinueve años, The Avalanches lo mismo pasados dieciséis, Mr. Fingers y sus 24 años de ausencia… La esperanza es lo último que se pierde.
Texto: Fac51