La noche en la que no se alinearon los astros (por Fernando Fuentes)

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¿Por qué es un tema tabú, casi prohibido entre la gran mayoría de la prensa musical nacional, mentar lo sucedido en el concierto de Los Planetas de este reciente FIB 2017? Cuando todo apuntaba a victoria segura -y por goleada- sobre el resto de bandas y artistas nacionales que sustanciaban el último cartel del festival decano, todo se torció de forma alucinantemente irreparable hasta desembocar en uno de los conciertos en los que peor han sonado, que se les recuerda a los granadinos en estos últimos años en los que, además y paradójicamente, las sustanciales mejoras de la banda en directo son una feliz evidencia.

Desde el primer tema el sonido falló

Pero, ¿qué parte de responsabilidad directa, personal e intransferible tuvieron Los Planetas en ello? Desde el primer tema -léase, ‘Islamabad‘- el sonido falló. Sonaban flojo, lineales, sin chicha, como encapsulados, sin la potencia y claridad mínima deseada por los fibers españoles -unos cuantos miles de entregados valientes-que se habían dado religiosamente cita allí, entre torrentes de encangrejados (por el color interno y externo…) guiris, al caer la noche, para ver a los de J y Florent. Ya sonó así -de anoréxico y raruno- el día anterior con Ride, pero en menor medida, no como para arruinarles el bolo. Curiosamente, esa misma noche y solo minutos después, Jesus And Mary Chain sonaron aceptablemente bien… pero en otro stage.

Problemas técnicos de muy diferente índole y todavía por identificar

Conforme avanzaba el track-list del concierto -lo de su selección y secuenciación es algo tan particular, como seguramente desconcertante, pero ellos lo buscan así y están en su derecho- la voz de J cada vez se escuchaba menos, casi inaudible, iba y venía, era imposible seguir las canciones desde las primeras filas -como pasó con la muy esperada ‘Hierro y Níquel’– y eso empezó a molestar a un público que fue a entregarse a ellos -en perfecta comunión, como así sucedió en aquel anhelado y maravilloso concierto del 2015 y en ese mismo lugar- y que veía como constantes problemas técnicos –de muy diferente índole y todavía por identificar– sacaban de quicio a la banda -que se quejó de ello de forma visible y en reiteradas ocasiones durante el concierto- y a ellos les alejaba, con total impotencia, de esas nuevas -y viejas- sensaciones que precisan de potencia y calidad de sonido para ser disfrutadas como exigen los cánones mínimos de la música en directo.

Ni rastro de la magia buscada y del duende esperado

A mitad del show, transcurridos ya más de treinta minutos, aquello no remontaba, al contrario, iba para abajo. Ni siquiera se animó con la siempre efectiva y doliente ‘Santos que yo te pinté’. Tristemente allí no había ni rastro de la magia buscada; al esperado duende no le daba la gana asomarse a la reja. Incluso ellos parecían algo dispersos, y nerviosos, sobre las tablas. Seguramente les afectó comprobar que entre el público, y pesar de su fiel entrega y pegada-sobre todo en el caso de Eric y Florent- no calaba apenas nada de lo que estaban desarrollando arriba con, se supone, las mismas ganas y actitud de siempre. Tampoco ellos parecían entender nada. Estaban tocando bien pero eso no se reflejaba a pie de escenario, abajo, donde toca y manda.

Muchos fans empezaron a volverse airados contra la torre de sonido, les reclamaban «más fuerza, más vatios, más caña». Mientras, se iban sucediendo los hitazos inapelables –‘Un buen día’ o ‘Espíritu Olímpico’, entre otras- como en diferido, de forma lejana, sin pellizco ni apenas chispa. Alguno bromeaba diciendo que no sabía que Los Planetas iban a tocarlo todo en acústico. Maldita gracia. Cuando ya terminando, J cambió la letra de ‘Zona temporalmente autónoma’ -por parte del mítico ‘Soy Gitano’ de su adorado Camarón- el público solo llegó a notar que estaba haciendo algo diferente, no se distinguía realmente nada de su ocurrencia, la voz se perdía en una maraña en la que era imposible distinguir ningún instrumento por separado. Fue días después, en un vídeo subido a las redes sociales, cuando se pudo comprobar que allí alguien «se había partido la camisa» en un homenaje inesperado al «Dios del flamenco». Todo terminó esperpénticamente con un bis -Alegrías en el incendio- (que no estaba en el tracklist inicial) tocado a mala baba, en plan punk, como en venganza por lo sufrido, fuera de tiempo oficial del bolo y con un sonido ya mermado hasta lo infame.

 

La noche en la que no se alinearon los astros (para Los Planetas)

Tras ello una sensación agria campó sobre el respetable nacional presente en el FIB. Un mal sabor de boca ahogó a una parroquia planetaria que, cariacontecida, se alejaba del lugar del desaguisado en busca de algo fresco pagado a precio de oro, que echarse por el gaznate, para intentar levantar una noche en la que todo les salió mal. Su malestar se acrecentó al comprobar, minutos después, como Foals en ese mismo lugar y equipo de sonido (se supone) sonaban como un cañón: fuerte e impoluto…. ¿¿¿…???

“Con mirar las caras de la gente de las primeras filas ellos mismos hubieran notado que algo anómalo y grave pasaba con el sonido…”.

Desde arriba, sobre el stage -nos dicen- los problemas técnicos no se notaban tanto, no eran tan evidentes y hasta insoportables. Incluso en la retransmisión radiofónica de Radio3 el sonido parecía mejor, normal. Pero la constante presencia de técnicos, cerca de los músicos durante todo el bolo, tampoco era lógico en unos artistas curtidos en mil batallas. ¿Qué le pasaba al infalible Eric para que se le tuviera que acercar uno de ellos más de cinco veces durante el concierto? ¿Qué reclamaba, un inquieto Florent, todo el rato? ¿Qué su guitarra -como silenciada durante todo el bolo- sonara más alta y mejor? No obstante, con mirar las caras de la gente de las primeras filas ellos mismos hubieran notado que algo anómalo y grave pasaba con el sonido… pero para ello hay que hacerlo, claro.

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¿Volverán a tocar en el FIB?

Los Planetas probaron sonido al mediodía, a escasas ocho horas del bolo. Cuando más calor hacía, a la hora de comer, cayendo más de 40 grados a plomo en el desierto de Las Palmas. Y eso les hizo bastante poca gracia, como es lógico. Tardaron más de lo habitual, no se sabe la razón. Ellos, como siempre, llevan a sus propios profesionales del sonido. Esos mismos que están consiguiendo -en la gira que los está llevando exitosamente -llenando y apabullando- por toda España desde el pasado mes de abril- que suenen de forma notable y potente, sin fallo, impecable. En su siguiente bolo -en el festival Contemporánea, celebrado la semana siguiente al FIB- volvieron a sonar bien, a gusto del personal y la prensa, sin problemas. No entendemos nada, ¿qué fue, pues, lo que sucedió? ¿Cómo es posible que con un sistema PA de última generación sonaran peor que en una verbena pueblerina? ¿Hay que exigirles cuentas a la banda y, por ende, a sus técnicos? ¿O es a los del FIB? ¿Alguien va a hablar más de este asunto o lo vamos a seguir tapando por miedo a no se sabe muy bien qué? ¿Volverán a tocar en Benicássim? Seguramente, y en esas mismas condiciones, no.

PROPINA: Curiosamente, hasta el momento, ni Los Planetas, ni el FIB se han querido pronunciar oficialmente al respecto. Y no lo van a hacer. Una mala noche la puede tener cualquiera (tanto un artista, como el técnico que lo sonoriza o el público que lo ha ido a disfrutar…) sin duda, pero muchos de estos miles de planetarios que se desplazaron a Benicássim, solo y exclusivamente el viernes -14 de julio- con el solo y firme propósito de repetir noche memorable, como aquella del 2015 al son de su banda favorita de toda la vida, merecen un respeto y una explicación. Sin duda.

PROPINA 2: Echarle parte de la culpa del desmán al -ciertamente caprichoso y poco festivalero- track-list no es del todo justo. Si esos mismos temas elegidos, hubieran sonado bien, estaríamos hablando de un nuevo gran concierto de Los Planetas en el FIB. Seguro.

PROPINA 3: La habitual e interminable fiesta privada que Los Planetas se pegan, desde tiempos inmemoriales tras un bolo en el FIB, se aplazó inmediatamente. Allí no se celebró nada y hasta la próxima.

Texto: Fernando Fuentes/ julio 2017

Foto: FIB