Crítica de ‘Zona temporalmente autónoma’ de Los Planetas, por Ion Romay

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Los Planetas

Zona temporalmente autónoma

El Volcán

Texto: Ion I. Romay

Ganas había y ya están aquí. Toda una generación «indieófila» anhelando la llegada de los hijos pródigos del indie más rabioso y ruidísta, sin saber a ciencia cierta si su vuelta al estudio era un sueño que, ahora sí, Jota, Floren y compañía han hecho realidad. Sí, queridos lectores, Los Planetas vuelven a despertar al asistente incorruptible de la música por derecho y casi por obligacion “institucional”; demostrando que en España se hacen algo más que hits hyperos para fans hambrientos de devorar himnos tan repetitivos como insulsos… manifestando que si se quiere – y se sabe – se puede. Y lo hacen con el ruídismo como base, el desamor como ¨leit motiv¨ y el sarcasmo como arma arrojadiza, desatando los más bajos instintos; Los Planetas duelen y alivian a través de su galáctica ópera de amor y odio. Reconfortante dicotomía. Así pues nuestros oídos se preparan para degustar – y escudriñar reseña – los 14 cortes de su, por fin, nuevo album. Emprendemos un viaje tan deseado, esperado, anhelado como (deseamos) galáctico.

Los Planetas abren fuego a esta batalla sideral con un tema tan especial como reformado: “Islamabad”. Alejándose del original – sí, hablamos de una version del grupo de trap Yung Beef – añadiendo unos arreglos de piano y cuerdas que le confieren a la version un toque tan especial como emotivamente espacial, nos damos cuenta ya desde el primer corte que Los Planetas han vuelto en forma y una ilusionante duda nos recorre todo el cuerpo: ¿estamos ante una de las mejores canciones de Los Planetas? (Pregunta retórica).

Continente y contenido se unen en una especie de big bang pausadamente furioso con arreglos que acercan a la banda granaína a grupos tan significativos – y hasta ahora alejados – como Sigur Ros, gracias a una progresión tan sostenida como repetitiva. Evolución. Se percibe a través de los tres siguientes temas que el contexto vital influye (Andalucía); no voy a mentiros, disfrutables pero en parte por el requetegustazo que te deja ese “Islamabad” y, en parte, porque el que os escribe es del norte, las soleás y seguidillas de “Una cruz a cuestas”, “Soleá” y “Seguiriya de los 107 faunos” pues…no me llenan mucho, la verdad. Recuerdan a reminiscenciasn de unos Planetas que “tonteaban” con la “chica indie andaluza”. Lo que sí se atisba en estas tres y algo que refrenda “..” es que son un grupo más pausado, más maduro y con las ideas más claras; para explicarme, estamos ante un disco que demuestra la madurez de un grupo ya maduro, que ni mucho menos está para irse ya un asilo, ni hablamos ya de jubilarlos.

Clara, concisa, directa… al rabioso e incluso vengativo desamor se presenta “Porque me lo digas tú”. El más puro J contándole y cantándole al desafecto como ninguna banda patria sabe hacerlo. Punzante suavidad, desgarradora calma y esa desganada voz que clama por algo tan manido como resolutivo, “busca a quién quieras que no encontrarás a ninguno como yo”. Los buenos venenos en frasco pequeño.

Siempre con un sonido tan reconocible como los tres primeros riffs de guitarra de U2 (los de la buena época), volamos a través de temas como “Libertad para el solitario”, “La Gitana“, “ Itjad”, “Espíritu olímpico”… a través de un cielo tan reconocible como reconfortante, dejándonos claro que estamos en un espacio seguro de música con personalidad propia y reconocible.

Y así llegamos a la habitual firma de los granaínos. Temas que en otras bandas resultan inconcebibles, por lo calmo de su construcción estructural y por la longitud longeva y casi imperedecera del mismo. Hablamos de ese tema de casi diez minutos, que (casi) siempre termina este grupo tan peculiar como excelso; ése que tanto deseamos escuchar en sus directos. Nos referimos a una canción que evoluciona lentamente, a la que se le van cayendo la hermosura y la vergüenza cual mujer (u hombre) que se desnuda, que va perdiendo su tímidez y con ello su inocencia. Y es que en este “Guitarra RojaLos Planetas reparten estopa tan dura como merecidamente; en párrafos como “Crítica y religión desaparezcan del mundo” parecen vestir su manto de guitarras intríncadas y ruídismo exacerbado, de un Dark Vedder que pilota esta estrella de la muerte llamada mundo, tan maliciosa como inexorablemente. Reivindicación constante que recuerda a unos Mercury Rev desatados en una calma tan palpable (en el ritmo musical) como engañosa (en las letras).

La banda española más estable y madura de la actualidad, hacen de su disco un espacio referencial en la galaxia indie española, en la que suponen una zona (temporalmente) autónoma. Un menú interplanetario de nombre tan irónico como certero «Zona Temporalmente Autónoma«. 2017 pinta sideral.

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1 Comentario

  • N1c0t33 dice:

    Sólo por como sientes Islamabad, que es el único adelanto que he catado, bien merece la compra del LP.

    Me quedo con «si se quiere – y se sabe – se puede.» Creo que aunque válido para multitud de artistas, en los de Graná, es como su primer mandamiento.

    Saludos.

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